¿OS SUENA? Por Alfredo Duro
La estética de la mentira
Por Alfredo Duro
Asisto al enésimo debate sobre lo que los puristas llaman “resultadismo”. Un término éste que es utilizado de manera recurrente y ácida por aquellos que viendo los partidos del Real Madrid de Capello se sienten tan ofendidos como agraviados. Lo emplean de tal manera que dá la impresión que se esté cometiendo uno de los mayores delitos futbolísticos de la historia. Quieren hacernos creer que no sólo se trata de un desafío a la propia naturaleza del club sino que alcanza tintes de agresión a su tradicional compromiso con el buen fútbol. Entienden que nada ni nadie puede justificar tamaña apuesta por la disciplina, el orden y el rigor táctico, porque para ellos no son conceptos de fútbol sino enemigos irreconciliables del talento. Y ahí siguen, gritándole al mundo que por este camino el Madrid ahuyenta la grandeza. Se refugian en la estética para combatir con palabrería y demagogia la pura y, para ellos, dura realidad: el Real Madrid gana partidos.
Resulta curioso escuchar, y comprobar además que se hace a modo de solemne acusación, que el Real Madrid se ha convertido en un equipo “castrense”. Pretenden militarizar hasta tal punto el modelo que el propio Capello se ha visto sorprendido por un debate que él consideraba superado. Se le llamó porque él, mejor que nadie, representaba el tipo de solución de urgencia al que se ha visto abocado el club. La necesidad de ganar y hacerlo con prontitud ha sido el único envoltorio con el que se justificó su contratación. A partir de ahí, el italiano no ha hecho sino responder con números al reto de devolver al Real Madrid la condición de equipo ganador.
Ejercer el principio de autoridad que lleva implícito el cargo de entrenador se ha convertido para algunos en la gran noticia del madridismo. Lo que resultaría en cualquier otro club una muestra de racionalidad y normalidad se convierte en el caso del Real Madrid y Capello en una excepcionalidad. En especial para ciertos personajes que gustan de aparecer en representación de los defensores de la estética como único medio que justifica el fin. Salen a escena y lo hacen para intentar distorsionar la legitimidad del proyecto que se le ha entregado a un entrenador al que reprochan precisamente eso, ser entrenador. Te hablan de lo imprevisible, la aventura, el misterio y bla, bla, bla, bla...
Curiosamente algunos de ellos son responsables directos del estrepitoso fracaso con el que culminó el modelo anterior. Un modelo que murió porque, entre otras cosas, se creyeron sus propias mentiras. Resulta escandaloso que a estas alturas le sigan dando la espalda a la realidad de una época marcada por la artificialidad y un ridículo disfraz de “glamour”. Tres años en los que no hubo ni títulos … ni fútbol. Lejos de asumir responsabilidades y reparar con el silencio el daño que han causado se disfrazan de estética y reclaman lo que le quitaron a la gente. ¡Qué mal se trata a la ilusión!
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 11:54 a. m. | Enlace permanente