Un ratazo con Rosendo
Iba a 7º de EGB cuando mi madre me compro el ‘Leño en Directo’ (¡nunca fui a verlos!, era muy ‘cani’) en el Simago de Campamento. Cuando iba a 8º, Rosendo sacó su primer disco en solitario. Lo esperaba impaciente, como cuando me trajeron los Reyes el Tango España. Había escuchado sus canciones en ‘El Pirata’. Y flipaba. “Serías dudas teníamos sobre el primer trabajo en solitario del guitarrista de Carabanchel”, decía el Piri mientras pisaba los acordes de ‘Loco por incordiar’, “pero volveremos con él de manera inevitable… Vamos con otra ‘…Y dale”. Aún tengo la cassette de aquella ‘Emisión Pirata’. En la excursión de fin de curso (a Torremolinos) no sonó otra cosa en el autocar (bueno permitíamos algo de Los Chunguitos al Josito (¿vino Josito?) y al Rafita y éramos intransigentes cuando las niñas querían poner a Mecano y cosas blanditas).
Ya en 1º de BUP, en mayo del 86, en las fiestas de San Isidro, actuaban Barricada y Rosendo en el Rockódromo. Nunca había ido a un concierto. A Adolfo no le dejó ir su madre. Al día siguiente teníamos un examen de Ciencias. Yo lo llevaba bien. Pero mi madre no me dejaba irme solo al concierto. Pero fui. Tenía que ir. Me puse la chupa vaquera, con los Iron Maiden presidiendo mi adolescente espalda, me subí en el ‘39’ y llegué al Alto de Extremadura. Cuando llegué al Rockódromo aluciné. Los Barricada cantaban ‘La silla eléctrica’. “Daos prisa, daos daos prisa…”
Cuando salió Rosendo al escenario (Chiqui, al bajo y Miguel, a la batería) flipé. Le miraba, le escuchaba, le veía como una aparición. Un halo dorado rodeaba su melena. “Estaba la semana pasada en Sevilla tocando y pensaba, menos mal la semana que viene en mi Madrid, y también ¡hace una calor que te cagas!”. Estrenó el Fuera de Lugar (se la dedicó a la memoria eterna de don Enrique Tierno Galván). Cuando volví a casa mi madre no me regañó mucho al ver la cara de felicidad que traía. ¡Qué conciertazo! Y un ‘sobre’ en Ciencias, ¡eh!
Grabé su actuación en Tocata. Desgasté la cinta (sistema 2000), viendo al Abellán presentándole: “Le teníamos hace un año en la despedida de Leño”, y sacaban el vídeo de un Rosendo rubio y abotargado, con Toni sin moverse y Ramiro gesticulando, “y le tenemos en su vuelta en solitario”, decía Abellán, entonces, cuando le llamaban el ‘Baby’.
Luego llegaron 15 discos más en solitario. Y decenas de conciertos. (La Astoria, Jácara… hasta llenó Las Ventas en el 91 con los Burning, luego varios Aqualung). Todos llegaban en el momento justo. Cuando mi momento vital lo requería, aparecía la voz de Rosendo, los acordes de su guitarra y sus letras, a veces rebuscadas, a veces herméticas, siempre interesantes, emocionantes.
Paralelamente a mi mitomanía, fui conociendo a la persona que superaba al personaje idealizado. Cambiando dos palabras en el ‘Línea Directa’, hablando un ratín en una terraza en ‘Puerta Bonita’, alguna noche en ‘El límite’. Persecuciones con la vespino (grandiosa y nazarena Zupeira), después la Cagiva Blues, a su escarabajo negro, para luego no decirle nada. “Vamos al Chaiz que va el Rosendo”. Nunca le vimos allí, pero íbamos. Y llegó, mágico, natural, el contacto más paulatino y privilegiado. Luego llegaron los reportajes en Marca. Nada más llegar le hice uno con Robé de Extremoduro y fueron portada los dos con la camiseta del Atlético, junto a más famosos del Barça y otros colchoneros. Después, con Anto, le juntamos con Caminero: ‘Locos por incordiar’. En aquella época, en una presentación suya conocí al Pirata (ahora es mi compañero en Rock&Gol).
Nos veíamos de vez en cuando, varias veces al año. Hasta que le dije, una noche en el Star, “yo sólo me caso si tocas en mi boda”. Me miró, dio un sorbo al tercio de Mahou, y me contestó: “Pues, cuenta conmigo para no casarte. ¡Vaya excusa que pones!”. Unos años después y después de proponérselo varias veces (bastantes menos que las que le he preguntado que si se iban a juntar los Leño), el 19 de mayo de 2000, Rosendo, con Rafa y con Mariano, claro, nos hizo de orquesta en el bodorrio que montamos Nini y yo en el Aeródromo de Cuatro Vientos. “Surge la escena en un salón…”
De todo esto y de más cosas, muchas más cosas (el concierto de la cárcel de Carabanchel y el ‘after show’ en el gimnasio de los presos, del encuentro con los Estopa en Radio Marca, de mogollón de recortes de prensa (un titular extraño, inolvidable: “Rosendo el horrendo, el Butragueño de Carabanchel”), de Amaro, de Ana de Dro…), muchas sensaciones han aflorado en mi memoria cuando hoy (miércoles), Nini y yo nos hemos pasado un ratazo viendo ensayar a Rosendo, con Rafa y Mariano, claro, en su local de Carabanchel. Todo lo que os he contado (y más, pero no es cuestión de hacer un libro de memorias, aunque ¡vaya tela!) aquí arriba me ha venido a la cabeza cuando Rosendo me ponía las nuevas canciones de su nuevo disco ‘El endémico embustero y el incauto pertinaz’, que sale a la venta el próximo 29 de mayo. Suena bien. Muy bien. A Rosendo. Y llega cuando mi momento vital (y de Nini) lo demanda… ¡Agradecido!
“Vamos a tocar un tema muy tranquilito, muy lento que se llama… ¡Todo es más sencillo!”
Escrito por Matallanas | 3:33 a. m. | Enlace permanente