Campeones de verdad (Por Alfredo Duro)
¿os suena?
Por Alfredo Duro
Se intenta desde hace tiempo restar méritos al título de liga que el Real Madrid vá a conquistar esta temporada, argumentando no sé qué teorías sobre la falta de calidad de nuestro fútbol y haciendo un desmesurado abuso de términos como mediocridad, vulgaridad, mezquindad y cosas por el estilo. En este repentino ataque de exquisitez, parecen tener más valor los deméritos de los otros que las virtudes que el propio Madrid ha ido poco a poco construyendo, y se acaba por señalar la caída libre del Barcelona como principal fuerza motriz que ha despejado el camino blanco hacia el alirón. La cascada de sombras con las que se intenta desvirtuar esté título no es nueva, pero a diferencia del año pasado, en el que el fútbol dejó paso al compromiso y la voluntad para acabar destrozando todas las previsiones, el Madrid actual ha acabado por encontrar una fórmula cada vez más cercana al único paladar que de verdad es importante: el del madridismo.
La fórmula en cuestión contiene un altísimo componente del orden y la organización que han conseguido hacer del Real Madrid un equipo unido, en el que todos se saben importantes y en condiciones de disfrutar del éxito como los demás. La lucha de clases que inspiró el derrumbe galáctico es un triste recuerdo que, sin embargo, mantiene en guardia a los principales artífices de la recuperación competitiva que distingue a esta plantilla. Ahí han encajado a la perfección piezas como Heinze y Pepe, a los que la camiseta del Real Madrid se les ha pegado a la piel para orgullo propio y de los que conviven con ellos. Se preocupan de la evolución de Marcelo, de contener el ímpetu de Sergio Ramos, del aprendizaje de Gago, de las ganas de Sneijder, de aliviar la tristeza de Saviola, de las distracciones de Robinho, de las soluciones que reparte Higuain, de los miedos de Robben y hasta de los gustos musicales sin remedio conocido de Drenthe. Este es el Madrid que gana la liga, un campeón de verdad y sin sospechas, en el que Raúl, Guti y Casillas empiezan por fin a descargar responsabilidades, y en el que el fútbol se hace fuerte en el largo camino a la codiciada excelencia.
Las celebraciones por esta nueva liga (… “y van 31”) coinciden precisamente, con la demostración del buen fútbol que el Madrid busca desde hace ya tiempo. La brutal eficacia que durante la primera parte del campeonato ayudó a abrir camino ha terminado por cuajar un equipo solidario, en el que se intuye una base más que sólida para garantizar el futuro. En ese futuro aparece con mayúsculas la conquista de la Copa de Europa, asignatura pendiente de este nuevo proyecto que, mientras se perfecciona, vá ganando ligas de verdad. Las mismas ligas que la acomodada y torpe sociedad futbolística que nos rodea había colocado en el puente aéreo ignorando el significado del orgullo, el prestigio y el honor. Justo lo que el Madrid ha recuperado y han perdido los demás. Allá ellos.
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 5:26 p. m. | Enlace permanente