Una noche (de curro) en De María
del 'atletico de maría' a peter kenyon
JAVIER GÓMEZ MATALLANAS. Cuando concluyó la rueda de Prensa de Javier Aguirre en el Vicente Calderón, Carlitos Sáez y yo ya habíamos cerrado que Enrique Cerezo y el entrenador del Atlético entrarán en directo en El Tirachinas una hora después. La zona mixta no duraría hasta las doce por lo que decidí irme en mi motito con Gustavo Ortiz, mi amigo fotógrafo de Marca y de Olé, a De María, unos de los restaurantes futboleros por antonomasia de Madrid, donde muy mal se me tendría que dar para no meter a algún jugador del Atlético, los protagonistas de la noche por haber logrado el ansiado retorno a la Liga de Campeones. Evidentemente, el objetivo prioritario era recoger las impresiones del Kun Agüero, que llegaría acompañado de su suegro, un tal Diego Armando Maradona. Lo de entrevistar a Maradona siempre se sueña y se intenta cuando le tienes cerca. La noche del miércoles el Pelusa me limpió, como se dice en el argot cuando pasan de entrar en directo, con arte y simpatía. “Yo no jugué, fiera, ¿por qué voy a hablar?”. Por lo que has disfrutado en las gradas del Manzanares, le dije. “Sí, sí, pero no jugué” y se sentó junto a su novia en la enorme mesa de la parte de arriba de De María que habían habilitado para la celebración del Atlético.
Nada más llegar a De María, media hora antes de hablar mirando a los ojos a D10S, me crucé con Carlos Queiroz, ex entrenador de Real Madrid y Manchester United y actual seleccionador portugués, que salía de cenar. Sabía que había estado en el Calderón (le hicieron recoger su pase guardando una cola enorme en la taquilla de acreditaciones, algo impropio de un club de Champions, como varios detalles bastantes mejorables que deben solucionar los dirigentes rojiblancos) y le busqué para conseguir su móvil nuevo, porque con Carlos guardo una gran relación de su etapa de entrenador del Real Madrid y no perdí el contacto cuando regresó al United. En el Calderón, al final del partido, se saludó con Del Bosque, su predecesor en el cargo en el Real Madrid, y con Hierro, quienes le ofrecieron llevarle a donde fuera con el coche de la Federación. Con el móvil de Queiroz anotadito, Gus y yo entramos en el restaurante cuando Abellán arrancaba El Tirachinas. Calitos Sáez abrió desde el estadio rojiblanco con Maniche, uno de los protagonistas del partidazo porque la afición le indultó y coreó su nombre. Acto seguido metí al primer protagonista desde el De María, recordando antes que cuando el Atlético participó en la Champions por última y única vez Antonio Sanz hizo un reportaje en Marca titulado ‘Atlético De María’, porque el restaurante de Guillermo Rodríguez y Juan dio de comer por toda Europa en aquella campaña 96/97, en la que el sueño del Atlético de superar la final del 74 terminó con la lentilla de Aguilera, el gol de Dani y el penalti fallado por Esnaider. Tras mi introducción recordatoria, Luis García, uno de los goleadores de la Champions, abrió el fuego. El ex del Liverpool comía junto a las escaleras que dan acceso a la parte de arriba del restaurante y las subí buscando al sigiente. Puse el teléfono a Maxi Rodríguez, otro de los goleadores de la noche, para que también hablara con Abellán de la clasifiación a la Champions. Luego por mi iPhone, que amagaba dejarme tirado, también entró Enrique Cerezo, un presidente eufórico.
Un rato después fue cuando llegó el Kun Agüero, acompañado de su suegro Diego Armando Maradona, y tras estar un poco reacio, uno de los goleadores y gran protagonista de la noche mágica del Calderón, accedió a entrar en la COPE. Maradona y Agüero llegaron al salón de arriba donde los mandamases del Atlético casi en pleno (eché en falta a Fernando García Abasolo, Lázaro Albarracín y Miguel Pérez Jr.) compartían otra mesa. Miguel Angel Gil Marín, Enrique Cerezo, Antonio Alonso, Severiano Gil, Oscar Gil Marín disfrutaban del éxito junto a Gonzalo Miró, gran amigo del presidente y atlético de pro. Emilio Gutiérrez, director de comunicación, llegó con el actor y director Dani Guzmán, que lucía un sorprendente bigote y es un gran amigo del Kun.
En la parte de arriba dejé parte de la fiesta colchonera, porque en el salón principal Leo Franco y Mariano Pernía cenaban y festejaban con su familia, Simao Sabrosa hacía lo propio en otra mesa y Diego Forlán llegaba tras tardar casi dos horas en miccionar para el control antidoping a una mesa en la que le esperaban su representante Daniel Bolotnikoff, su hermano Pablo y su colega Gaby, ese al que busca en la grada y abraza cada vez que marca un gol. Cuando convencía a Diego Forlán, otro de los goleadores de la noche, para que hablara en El Tirachinas, Abellán estaba entrevistando a Javier Aguirre por teléfono. El uruguayo estuvo duro, pero aproveché la confianza que adquirí con Forlán hace años en Manchester, cuando Ricardo me colaba a ver los entrenamientos de su United en Carrintong, aquel en el que jugaba Beckham, para apretarle y que entrara. En plena negociación con Diego, mientras seguía hablando Aguirre, se produjo la sorpresa de la noche. Apareció en la puerta Wagner Ribeiro, agente de Robinho, y me fui a por él para preguntarle como estaba la salida del brasileño. “Estoy con Peter Kenyon”, y me señaló un coche donde se reconocía perfectamente la calva elegante a lo Kojack del jefe ejecutivo del Chelsea. “Nos vamos a otro restaurante”, se despidió Wagner tras informar de que esperaba que ayer jueves Robinho volara a Londres. Nada más salir por la puerta, en lo que Forlán iba por segunda vez al baño consecuencia de todos los líquidos que había bebido para pasar el control del doping, entré impaciente en directo para contar a Abellán la noticia de que Peter Kenyon había venido a Madrid, por tercera vez en siete días, para cerrar el fichaje de Robinho. Metí a Forlán y reenganchamos con la información del Real Madrid en el momento en que Gonzalo Higuaín, goleador en Trofeo Santiago Bernabéu, hacía acto de presencia en un De María que estaba en estado de ebullición con los ‘maitres’ Juan, Roque y Fabián Mazquiarán currando a tope, pero con cara de satisfacción.
Yo seguía pinchado mientras Miguel Angel Muñoz, el Rubio, contaba el mosqueo y lo rarito que estaba Schuster en la rueda de Prensa tras el partido ante el Sporting de Lisboa. Fue entonces cuando me senté en la mesa que nos habían preparado a Gustavo Ortiz, a Pablito García, fotero de Marca y gran tronco también, mi cuñado el Teja, un colega de Pablito y un servidor. Tras ordenar las mollejitas, el choricito, la proveleta, los tomates rellenos y una carne fileteada, se sumó a la mesa Juanito Castro de Marca. En ese momento, veo que Wagner Ribeiro vuelve a entrar al restaurante. Me levanto a saludarle y me dice que le pida una mesa para cuatro, que vuelve con Peter Kenyon. Yo flipaba. Una vez sentados representante, dirigente del Chelsea y acompañantes, vuelvo a pedir paso y cuento en El Tirachinas que han vuelto y que siguen convencidos de que Robinho se va para Londres en horas. A todo esto, veo que Jesús García Pitarch, director deportivo del Atlético, estaba sentado en una mesa próxima a la mía y le saludo.
Cuando ya habíamos dado buena cuenta de las mollejitas y demás viandas de entradas, mientras avisaba a Pablito que preparara la cámara que la foto de Kenyon debía en Marca, sale del reservado del fondo Ever Banega. Gus, que es su tronco, habla con él y le confirma que al día siguiente se convierte en jugador del Atlético de Madrid. Pablito le hace una fotito fuera del restaurante. Todavía no han llegado los compañeros de otros medios que están en camino porque han escuchado en la COPE que Peter Kenyon está cenando con Wagner Ribeiro en De María. Vuelvo a entrar ‘en el aire’ y cuento lo de Banega. ¡Qué nochecita más buena, oyes!
Cuando llegaba la carne se incorporó El Rubio a la mesa, procedente del Bernabéu. Unos minutos antes había llegado Luis Villarejo, director de comunicación adjunto del Real Madrid, que no cenó y tan sólo departió con Higuain, y dio toda la sensación de que se pasó a comprobar que Kenyon estaba por allí con Wagner Ribeiro.
Ya estaban todos los compañeros en la puerta cuando Ribeiro y Kenyon terminaron de cenar y se disponían a salir del local. El inglés dudó cuando vio tanto periodista y finalmente pidió un taxi. En lo que llegaba el servicio público, avisé a Gil Marín por si quería saludar a Kenyon. Calam bajó y departió en inglés con el dirigente del Chelsea que le felicitó por la clasificación para jugar la Liga de Campeones. Miguel Angel le dijo que le gustaría enfrentarse al Chelsea en Champions y le preguntó, cómo no, si había fichado ya a Robinho y Kenyon le contestó que prácticamente cuando llegó García Pitarch a saludar también al ejecutivo británico. Cuando acabó la conversación entre Gil Marín y Kenyon, el pelado trajeado me pidió que saliera con él para decirle al taxista que le llevara al Westin Palace, en ese momento no pensé que por qué no se lo decía él, salí (ahí me pillaron las fotos junto a Kenyon) y se lo dije la dirección a Fabián para que se lo transmitiera al taxista.
Volví para adentro. Leo Franco y Pernía hacía rato que se habían ido, antes le había enseñado a Leo unas fotos de Mario porque me preguntó por mi chavalín. Excitado por hora y media de radio intensa, terminé de cenar con Gus, Pablito (que tuvo problemas para conseguir las fotos, pero lo consiguió), el Rubio, el Teja, Castro y el colega de Pablito. Y echamos unas risas.
He vivido muchas noches mágicas, de periodismo, fútbol y vida, en De María. Noches en las que el local estaba plagado de estrellas, de galácticos, de famosillos, famosetes, personajes y personalidades. Más de una vez he salido casi amaneciendo después de tertulias interminables, entrañables, formidables de fútbol y periodismo con Guillermo y muchos compañeros de profesión. Pero lo de la noche del miércoles fue espectacular. La noche del miércoles disfruté de mi profesión como siempre y como nunca. Y todo coincidió durante la hora y media que dura El Tirachinas, porque me despedí con el Whopper, el Gato y Miner, los chicos de El Radiador. Hoy, a por otra.
Escrito por Matallanas | 3:59 a. m. | Enlace permanente