Los gritos del Manzanares (Por Alfredo Duro)
¿os suena?
Por Alfredo Duro
Vuelve a sonar con fuerza en la ribera del Manzanares un viejo grito. Un grito que sirve como lamento y que se convierte en queja. En un clamor contra lo que el respetable no aprecia ni siente suyo. En un rugido de desencanto y hastío. Casi de aburrimiento. Por eso, porque el personal se barrunta el gran chasco y se harta de ver como siempre se repite la misma historia, el personal grita. Pero no grita cualquier cosa. Grita eso de: “¡Aguirre vete ya!”. También grita “Atleti, Atleti, Atleti”, que la fé rojiblanca es inquebrantable aunque la cosa está como está . No gritan lo de “Kun, Kun, Kun”, porque el Kun no juega. No juega porque al Kun le ha entrado una repentina faringitis mientras su entrenador anunciaba que se quedaba fuera de la alineación contra el Barcelona y el seleccionador argentino, que además es el suegro, le entretenía junto a Maxi, Gago y Heinze para hablar de eso tan importante que al parecer es la albiceleste Gritan todos, porque el Calderón nunca enmudece, y se escucha como un gigantesco estruendo que resume la decepción que personifica Aguirre, que ya no representa esperanza alguna y que se sigue refugiando en un selecto coro mediático para justificar lo que, tristemente, no es capaz de trasladar al campo.
Otro grito no menos estruendoso se escuchaba mientras algunos, no todos, presumían de los quince partidos sin perder, y de enseñarle el trasero por primera vez en no sé cuantos años a los de enfrente, y de estar ya en cuartos de la Champions porque “estos del Oporto no son nadie” y cosas por el estilo. Tanto alarde triunfalista, increíblemente triunfalista, se cae con estrépito cuando se deja a un lado la ciencia ficción y te adentras nuevamente en el mundo real. Porque habrá que ver, de entrada, si estos del Oporto son tan banda como alguno quiere hacernos creer. Y también habrá que comprobar dentro de no mucho tiempo, a ser posible a final de temporada, quién enseña el trasero a quién. Y mientras tanto, conviene también echar un vistazo a los famosos quince partidos, y comprobar que no son quince días de gloria precisamente. Que en realidad se trata de ocho victorias (ningún grande de verdad se cuenta entre las victimas) y siete empates de los de toda la vida. Menos lobos y más trabajar, que diría el propio Aguirre, que no todo van a ser hostias para el mejicano viendo lo que se vé con la camiseta rojiblanca puesta sobre un campo de fútbol.
Porque habrá que reparar hasta en los gritos de la pelota, cuando es pateada de manera tan cruel como escenifican algunos de los de ahí abajo. Y eso por no hablar de los gritos del contrario, aburridos la mayoría de ellos de la cantidad de penaltis tan absurdos como estrafalarios que acumulan Heitinga (curioso personaje), Perea y compañía. Lo malo de todo esto es que nadie levanta la mano para pedir la palabra y acabar con el riesgo de costalazo que se apodera del ambiente cada vez que Aguirre y su gente se enfrentan a un equipo de verdad. Para eso ya no está Fernando Torres, y se le pone a uno la carne de gallina sólo de pensar en el mensaje que el “Kun” Agüero sería capaz de enviar al mundo atlético para evitar que cunda el desánimo y fortalecer la ilusión. El mismo “Kun” que, en medio de todo esto, escucha como su entorno le anima a pensar lo poco que queda para que acabe la temporada y pensar en el gran salto que está destinado a dar. “Kun, Kun, Kun…….”.
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 8:22 p. m. | Enlace permanente