el arquero. artículo publicado en la razón

Por Kiko Narváez

Mientras la crisis sigue arrasando las ilusiones del pueblo, los jugadores del Fútbol Club Barcelona no paran de dar intereses a todos los socios que invirtieron al principio de temporada su pasta en el carné culé. Ya pocos se acuerdan de las dos semanas en las que el conjunto de Guardiola se convirtió en humano y perdió ante Espanyol y Atlético de Madrid. Fue tener un respiro sin partidos entre semana y el juego azulgrana volvió a ser de otro planeta. Combinaciones siderales y una ambición estratosférica hicieron olvidar la lógica minicrisis. Estamos a principios de abril y al «broker» Pep le siguen saliendo las cuentas. Arriesga todo su capital en partidos decisivos, como el del Bayern, y luego se permite vivir de las rentas ante conjuntos como el Recreativo de Huelva.

El míster está manejando a la perfección las rotaciones y dosificaciones de sus futbolistas. Todos se sienten partícipes de los números que están cosechando y cuando llegue el momento de levantar una copa sentirán que un trocito es suyo.

Debemos reconocer que el fútbol desplegado hasta ahora por los blaugranas conseguiría sentar a Menotti, Bilardo, Cappa, Clemente, Valdano, Benítez, a Tom y a Jerry a una mesa redonda en la que todos terminarían saliendo de la mano después de coincidir en las virtudes y defectos del Barça.

Son trece los partidos que le quedan a Guardiola para dejar el traje de «don cauto» en el armario y saborear relajadamente los fabulosos números que seguro le darán los extractos de cuentas. En este excitante esprint final sólo veo al Chelsea del gran Hiddink como único rival para que la temporada no termine siendo de ensueño. El holandés ha sabido aprovechar a la perfección la herencia táctica que dejó Mourinho para darles su toque liberal y hacer del conjunto inglés la gran amenaza para que los números de Laporta no sean redondos.