Las vidas del Gato se acabaron en agosto (Por Kiko Narváez)
el arquero. artículo publicado en la razón
Por Kiko Narváez
Escribí horas después del anuncio de la renovación de Abel que la forma de firmarla no me parecía que fuera con tinta china y sí que se hacía en una bañera de agua. El Gato cumplió ganando al Almería el objetivo de meter en Champions al equipo. Los gestores del club, por entonces, no tenían todavía el contrato redactado, esperando un gol a favor o en contra para decidir. Esto demuestra la falta de confianza hacia el entrenador. Si crees en él no tienes que esperar noventa minutos para darle un proyecto la temporada siguiente.
El míster aseguraba semanas atrás en diferentes medios que la filosofía a seguir era la inglesa y que el club debería estar dirigido por gente de fútbol, haciendo que los actuales gestores diesen un paso atrás. Unas manifestaciones que demostraban su resignación. Sabía que estaba en la lista de espera de Cabo Cañaveral para salir disparado del Calderón. Era una oportunidad única la de entrenar a su equipo del alma y el final del ejercicio pasado con una actitud encomiable de los jugadores le contagió ilusión. Aunque en su fuero interno sabía que la batuta se la dieron por obligación y no por convicción.
No sé si es miedo o falta de decisión, pero en el fútbol actual son muy dados a la complacencia. Uno cumple con el objetivo temporal y los de arriba se sienten en la obligación de renovarle. Error. Eso es fácil de detectar por el vestuario y de cara al futuro te hace perder fuerza. A no ser que seas Ángel Torres y le digas a Míchel: "Toma dos años". El fin del Atlético de Madrid empezó en agosto. Cuando empezaron a proyectar los trailers de la temporada ya se veía al fondo: The End.
Lo deportivo hoy no toca, ya que ni siquiera me sale la vena del corporativismo. Me quedo sin argumentos para explicar cómo el Atlético empató contra nueve jugadores después de ir ganando 1-0.
Escrito por Matallanas | 10:59 p. m. | Enlace permanente