El blanco no es el final (Por Antonio Sanz)
EL RINCÓN DE JUDAS. ARTÍCULO PUBLICADO EN PÚBLICO
Por Antonio Sanz
La Roja ha rubricado óptimamente el doble examen mensual con dos futbolistas en boca de todos. Silva y Llorente se han convertido en los más renombrados, en los más reconocidos, en los más completos tras ciento ochenta minutos de juego. Y el dúo, si bien por separado, conoció su episodio en blanco. Empezando por lo último, Silva salió de Valencia porque desde los Emiratos Árabes se rellenó un cheque que pagó al contado 30 millones de euros para reforzar las debilitadas arcas de Mestalla. Así puede sonar sin acústica, pero abonar a toca teja en el fútbol contemporáneo es una misión imposible. A esto, se le encadenó que Florentino era una duda permanente con este asunto. En el transcurso de un Mundial discreto para el canario, se anunció su fichaje porque el Madrid se había caído hacía semanas. En Concha Espina, se preguntó y se indagó en la faceta que rodea al insular al margen del fútbol. Esta vida semejante no terminó de convencer a quien consideró que el alto desembolso ocupaba un riesgo. Por eso, tocó emigrar. Para Silva era ora al Bernabéu, ora al extranjero. Otro club madrileño se quedó con el antojo de adquirir una joya que Aguirre había subrayado, dos años antes, como petición exclusiva a su dirección deportiva.
En una junta directiva gestionada por otro presidente blanco se explicaban los fichajes navideños. Se ultimaba la ‘operación Huntelaar’. El Ajax daba el visto bueno tras admitir un montante de 20 millones de euros más objetivos -que podrían aumentar en 7 ‘kilos’ más de gasto-. El adjunto del que fichaba deslizó un nombre y algún directivo provocó el debate: “para pagar 27 por éste, ponemos algo más y nos traemos a Llorente”. Pero las urgencias no permitieron la pausa. Hoy, Mourinho reclama un ‘9’ y Pérez pretende un ariete estelar, pero Macua no está dispuesto a perder a una de sus figuras. Por cierto, el responsable de la cantera del Atleti, Amorrortu -quien lo fichó para el Athletic-, suspiró por él. Sabedor del mal momento del goleador en el verano de 2007, su conocimiento del futbolista le forzó a recomendarlo para el club donde trabaja. Pero no encontró apoyo. Llorente no era quien para reemplazar al traspasado Torres.
Escrito por Matallanas | 12:40 p. m. | Enlace permanente