el rincón de judas. artículo publicado en público

Por Antonio Sanz
“Jugando así, no ganamos a nadie”. Esta reflexión, trasladada de boca en boca en los vestuarios de Da Luz, lamía las heridas de un grupo que sufrió el segundo bofetón en setenta días. Si cuando doblamos la rodilla en Argentina camuflamos la derrota con la excusa del cambio transoceánico, hoy hincamos el bisturí para admitir que la actitud e intensidad, agravado por un excesivo número de actos de honor que condecoran nuestro baúl de los recuerdos, se han resentido. La experiencia de vida, que supone actuar como los mejores, se ha digerido con dificultad en los encuentros donde no hay más en juego que la responsabilidad de no ensuciar la estrella. Es decir, para la nueva España no existen los partidos para hacer amigos. Y es que nos cazan a la espera, nos esperan con un plus de motivación y se motivan con sólo ver el color rojo. Y así, nos ponen colorados. El orgullo de campeones relucirá porque el mensaje global es rotundo: “renovar la ilusión”. Pasa, que cuando lo ganas todo y todo lo ganan los mismos, el paso atrás es mentalmente irresponsable. Dicen los clásicos que lo difícil no es llegar y sí mantenerse. Esta es la carrera que ahora disputamos. Pero no seamos tan necios de despertarnos en pesadilla. Somos los mejores, lo hemos demostrado y por esa senda continuaremos.

Como muestra, la paradoja de Capello. El italiano se sostiene por el alto precio de su contrato. Las estimaciones británicas hablan de seis millones de libras por cada uno de los cuatro años que estipulan su relación laboral con la Federación de Inglaterra. El entrenador italiano, que salió tambaleándose de Sudáfrica, sustenta el cargo, pero no a la opinión pública. Los aficionados, mucho menos los medios de comunicación, deploran su figura y sus decisiones. El fracaso del Mundial hace tiritar al manager que, tras empatar en Wembley ante Montenegro en choque de clasificación para la Eurocopa’12, decidió suspender el amistoso previsto para el próximo 9 de febrero entre Inglaterra y España. La visita de Francia y el riesgo de derrota -como sucedió- y el campeón del mundo en el horizonte incitaron al técnico a suprimir la contingencia. Fabio no era consciente de que a España no le va el protocolo.