el rincón de judas. artículo publicado en público

Por Antonio Sanz

Sobre ruedas y sin vaivén camina la Roja, que se reúne este miércoles para un bolo promocional en Lisboa. Se trata de cimentar la candidatura ibérica al Mundial de 2018 en lo que el colofón será un buen espectáculo. Angel Villar, el presidente, canaliza todos sus esfuerzos en armar un fuerte núcleo organizativo para sentirse favorito en la elección de la FIFA del próximo dos de diciembre. Con todas las miras fijadas en este reto, el dirigente se olvida de solventar la china que actualmente le oprime en el zapato. Y si Inglaterra, Rusia o Bélgica-Países Bajos mantienen la pelea ante su esfuerzo penitente para no verse desbordado por las acusaciones de compra-venta de votos, el sempiterno mandamás aparca las cuestiones domésticas porque considera que encontrarán buen fin. Quizá no le falte razón y el corral nacional se abanica solo gracias a la gloria eufórica de los trofeos. Pero no le ocupa espacio si se capacitase para solucionar la continuidad de Fernando Hierro.

En el verano de 2007, en plena crisis institucional y personal entre Jorge Pérez, secretario general, y Luis, Villar tiró por la calle de en medio y contrató al malagueño como máxima autoridad deportiva. El cargo, ofrecido primero a Aragonés, contó con la responsabilidad de coordinar el ensamblaje de las selecciones. Hierro asumió la renovación restando experiencia y sabiduría -salieron Sáez y Santisteban- mientras apostaba por juventud e innovación -Milla, Karanka o López Caro-. Con el resbalón en la contratación de éste último, el cartel de entrenadores promesa modificó el traje y el modelo en Las Rozas. Por encima, en la supervisión, la figura emergente de Hierro que ha logrado encontrar el hueco donde se gana la confianza de las estrellas. Sin penetrar en la parcela técnica, arropa a los campeones como lo hacía desde la capitanía. Con el éxito en la mochila, acaba contrato en junio. Si volviera a calzarse las botas en un par de meses podría negociar con quien desee. Tal vez, no lo haga. Pero tal vez medite más de lo que estimemos continuar porque son cuatro años superando el límite de velocidad. La habilidad de un negociante como Villar debe evitar el primer frenazo en seco desde Sudáfrica.