Los Desperdicios regresan a la épica
trabajado triunfo ante el contecsa
Había que ganar. No nos valía otra cosa nada más que el triunfo. Después de dos derrotas consecutivas, algo que nunca se había producido en la historia de Los Desperdicios, perder otra vez el pasado domingo hubiera sido durísimo. Y la cosa no pintaba bien. Muy pocos confirmaban por mail su presencia en la convocatoria. Muchas bajas, todas justificadas (Todos los ausentes, Kiko, Toni, Santi, Gonzalito, Pipi, Dani, Marci, Perfe, Melgar, Isra, Teja y Jaro podían llevar un justificante creíble). No teníamos ni portero. Y allí nos presentamos Omar, el Rubio, Rober, Paunovic, Gonza, Juni, Pedro Riesco, Busta y un servidor. Y no falló nuestro séquito, inasequible al desaliento. Julián, con su bolsón y sus chistes, Adolfo, el delegado que delega, Manolín, con su entusiasmo, el Mofe. Y Luismi, con su inmensa humanidad, que vino con su hijo.
La cosa no pintaba bien. El primer problema que había que solventar era el de la portería. Todos nos hacíamos los remolones para enfundarnos los guantes. Hasta que llegó Gonza, con su parsimonia y bonhomía, y se ofreció como voluntario para hacer de cancerbero. Mientras Pedrito Riesco se colocaba esas espinilleras de los años ochenta, que le quedan en las tibias como quedaban las hombreras ochenteras, y Busta acababa de acicalarse, el árbitro pitó el principio del partido y los que estábamos ya fuera empezamos de titulares. No habían pasado ni cincuenta segundas cuando el Contecsa, nuestro rival, se había adelantado en el marcador. 0-1. Nadie le reprochó nada al portero accidental porque todos habíamos evitado el marrón. Tocaba apretar. No perdimos nunca la cara al partido y cuando salieron Riesco y Busta tuvimos más llegada. Fue Busta el que logró el empate lanzando magistralmente una falta.
Llegamos al descanso empatados. Paunovic nos puso por delante. Pero el Contecsa volvió a empatar. Y cuando parecía que teníamos la victoria en el bolsillo, después de que Pedro Riesco marcara un gol de jugada ensayada (en esos entrenamientos imaginarios que hacemos nosotros), llegó Gonza y la controló en la línea de gol como si estuviera en el centro del campo. Empate a tres. La cosa se complicaba y nos entró un poco de desasosiego. El portero rival no hacía más que parar y parar. Me sacó a mi una que se colaba y le hizo un paradón impresionante a un potente y colocado disparo de Busta. Quedaban un par de minutos cuando realizamos otra contra. Pedro Riesco me la dio. Confió en mí a pesar de que los tres pases anteriores (dos de Juni y uno de Omar) la había perdido. Me perfilé y se la clavé por debajo de las piernas al meta del Contecsa. ¡Que alegría oyes! Cualquiera que juega al fútbol sueña con decidir un partido en el último minuto. Si es en un 4-3, como que queda más redondo el resultado. ¡Que subidón para todos!
Volvimos a ganar y lo hicimos basándonos en la humildad y el gran partido de Omar y el Rubio (im-pre-sio-nante) en defensa, en la magia de Juni, con sus mallitas habituales, que le dan más personalidad aún a sus regates, es en los eslalons y fondo físico de Busta, en el derroche de energía y oportunismo de Rober, en los amagos y la zancada de Pedrito Riesco, en la superclase de Paunovic (¡está para volver a jugar!) y en la sobriedad en la portería de Gonza (¡que planta!). Necesitábamos ganar y ganamos. Es sólo una victoria, pero era muy necesaria para el grupo.
P.D. LA FELICITACIÓN DE RONALDO
Marcar el gol de la victoria es muy agradable. Pero que te felicite por ello uno de los mejores goleadores de la historia del fútbol mundial es alucinante. Yo felicité a Ronaldo por su gol de penalti con el Corinthians a través del Twitter. Y el me contestó, como os pongo en las fotos de abajo. ¡Flipante! ¿Cómo sabía Ronaldo que yo había marcado un gol importante? Se lo había contado su amigo, y Desperdicio ilustre, Juni Calafat comentando nuestro partido. Ronaldo es un grande. Como todos los miembros de Los Desperdicios.
Escrito por Matallanas | 8:53 p. m. | Enlace permanente