FIRMA INVITADA. Maite Arnaiz
Las botas de Zarra
Por MAITE ARNAIZ
Querido José Manuel:
Efectivamente, yo fui testigo de tu encuentro con Zarra en Bilbao, no en mi condición de periodista sino en el de mi cercanía a la familia Zarraonandia-Beldarrain. Nunca la ausencia de lazos de sangre me han unido tanto a seres tan queridos; no hay nada como poder elegir la familia. Estos días están siendo intensos, la figura de Telmo se nos hace voluntariamente presente y hemos reído con su recuerdo, con su singular ingenuidad; también ha habido recuerdos de hechos que le habíamos ocultado para no hacerle daño, porque para él, para Telmo Zarraonandia todo el mundo era bueno. Pero hay algo que ha quedado pendiente, la respuesta pública a aquella frase llena de ignorancia y de maldad pronunciada por quien tú y yo sabemos, José Manuel, y que, ahora, ha dejado al individuo que la pronunció (hay testigos) con el culo al aire con la respuesta del pueblo llano, de toda esa gente que sólo conocía a Zarra de nombre. Ha sido el mejor testimonio de calor, admiración y respeto de un pueblo hacia un hombre fundamentalmente bueno que dio mucha gloria al fútbol español. A semejante tipo, ese al que me refiero, como a cada cerdo le llegará su San Martín cuando menos lo espere. De momento, él mismo ante la falta de ofertas, se ha bajado al humilladero ofreciéndose a entrenar gratis. Cuando soltemos la perla, el pueblo soberano, ese pueblo que ha rendido a Zarra su multitudinaria despedida, le hará al tipo en cuestión tragarse sus necias palabras llenas de envidia por no haber podido llegarle a Zarra ni siquiera al taco de sus famos botas que ya son leyenda; las botas de Zarra, aquellas que, según su personal teoría, calzaba con un número menos para darle mejor al balón y poder ofrecer a la afición todos los éxitos que han dejado huella, algo que es solamente privilegio de los genios como Zarra.
Escrito por Matallanas | 8:20 a. m. | Enlace permanente