Crónicas Asiáticas. Día 2. Real Madrid, Asian Tour 2003. La evangelización. (Marca, 27-7-03)
El tifón ‘imbudo’ respetó ayer a la expedición del Real Madrid. No hubo lluvias torrenciales ni vientos huracanados. Sí llovió, sí. Todo el día. Y en el entrenamiento la lluvia dio colorido por los chubasqueros de colorines que regalaban a la entrada y la policía obligaba a ponerse a la vez que prohibía tener abiertos los paraguas e invitaba a cerrarlos sin ninguna explicación racional. A las fans quinceañeras no les molestaba la lluvia y se pasaron medio entrenamiento coreando en ‘su’ castellano: “Laúl, te amo”.
Además de emplearse a fondo en los entrenamientos –ayer hubo alguna entrada subidita de tono que el puesto está muy caro-, los madridistas no se paran de reír y de vacilar. Beckham está estudiando a sus nuevos compañeros. No maneja el vestuario, pero controla el idioma del vestuario. Y ponía mirada de pillo cuando Ronaldo, Roberto Carlos y compañía rompían en aplausos tras cada frase del discurso que les dedicó la noche del viernes el gobernador de Kunming, Xu Rong Kai. No le entendían, claro. Pero el político se iba creciendo en su alocución al verse aclamado por la galaxia madridista. David observaba a sus colegas, cómplice, cuando empezaron a imitar a los fogosos policías chinos y se pusieron a dar puñetazos a diestro y siniestro, mientras escoltaban a Ronaldo, que invitaba a todos a irse a dormir.
Se rieron mucho en la recepción del gobernador. Como lo habían hecho antes Raúl, Michel, Morientes y Macca en su primera rueda de Prensa al no ‘entender’ el sentido de varias preguntas, una sobre táctica y otra sobre la armonía de la plantilla. Risa espontánea e incontenible de chavales de barrio que se tornó en seriedad forzada para mostrar el respeto debido y obligado a los periodistas chinos.
En China hay que tener paciencia. En la recepción del hotel hay catorce personas, ocho en la mesa de las acreditaciones o tres en cada caja del único McDonald de Kunming City en el que los periodistas dieron bueno cuenta de un Big Mac. Pero todo lleva su tiempo. Además de la barrera del idioma, el pleno empleo chino no contempla la eficiencia. Van a su ritmo. Y no hay que desesperarse. Los paraguas cuestan un euro y con la Prensa española ayer hicieron su agosto porque la lluvia no paraba y no tiene pinta de cesar en varios días. El tifón amenaza, aunque en la televisión local no dicen nada. Pero la risa de los jugadores madridistas es contagiosa. Aunque hay un tema tabú, del que nadie vacila... Y cada vez que algún ciudadano chino tose cerca, se encienden las alarmas.
Escrito por Matallanas | 11:16 a. m. | Enlace permanente