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sábado, julio 29, 2006

Crónicas Asiáticas. Día 4. Real Madrid, Asian Tour 2003. La evangelización. (Marca, 29-7-03)

Picaduras, encierros e imitaciones

Los mosquitos están haciendo estragos. “¡Casi es mejor que llueva!”, comenta mi compañero Chema Rey, que está literalmente acribillado por picaduras de mosquitos que parecen helicópteros suicidas contra brazos, dedos o cualquier parte de piel que pillen descubierto. Pero los jugadores madridistas parecen que se están librando de los ataques de los mosquitos chinos. Las habitaciones de sus bungalows están bien climatizadas y los insecticidas eléctricos aniquilan a cualquier bicho que quiera probar la sangre de los galácticos. Además, se ven bastantes arañas en las fachadas de las villas. “Es para que se coman los mosquitos”, dice un entendido en arácnidos. Y debe ser verdad.

Lo de la sala de Prensa es cada día una locura mayor. La Prensa española no llega a la treintena de enviados especiales y cuenta con un cuarto de hora en exclusiva con los jugadores que comparecen. Cuando termina la ‘parte española’ comienza el espectáculo. Dos policías abren la puerta y los colegas asiáticos entran como si detrás les persiguiera un toro en los encierros de San Fermín. Los agentes chinos les pegan más cornadas que el morlaco imaginario y el que se pone más nervioso de la cuenta se lleva un empujón importante, que suele ser repelido por el informador golpeado. Ganar la posición es otra lucha. Colocan los micrófonos a empujones, las cámaras de televisión buscan su hueco y los jugadores se meten en un cuartito para que no les pidan autógrafos. Ayer Iker se llevó el micrófono inalámbrico y según entraban iba vacilando a Javi García Coll y diciendo palabras en ‘chino’. Ayer había 207 informadores, contados uno a uno por este periodista. Los encierros de Kunming son más peligrosos que los de Pamplona.

Lo de las imitaciones en Asia es increíble. Fabrican la camiseta del Real Madrid hasta con la etiqueta de venta de Adidas. Se nota en la tela un pelín que es falsa y el escudo no está muy conseguido. Pero todo es bueno para entablar relaciones con los compañeros asiáticos. Un redactor español se comprometió ayer a que Figo le firmara un autógrafo a una redactora china de muy buen ver. La camiseta era falsa. Y el autógrafo también, ya que lo falsificó Alfonso Celemín, de TVE. O sea, más falsa que los duros de madera. Pero la compañera, tan contenta.

Escrito por Matallanas | 9:19 a. m. | Enlace permanente

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