El butacón del Garci
Daniel Alves, el hermano de René y Cenicienta
Por José Manuel García
Ahora que las agujas del reloj se acercan a las doce no veo a Cenicienta por ninguna parte, tampoco me encontré en la papelera un zapato de cristal. A eso de las doce, en Sevilla no corre una brizna de aire y un gato marrón merodea la papelera intentando sacar medio bocadillo de chope con tulipán que alguna criadilla arrojó harta de que el Juanito le tomara el pelo con el ayuno de Ghandi. A las doce en la plaza del pueblo ladra un perro y una pareja de veinteañeros se raspa literalmente los morros.
Seguramente Ronaldo seguirá cenando en algún lugar VIP del Foro, Julio Baptista se habrá despedido con una pena muy grande de algunos amigos de Madrid y Sergio Ramos le estará dando la primera paliza a la almohada en la concentración de Las Rozas. A esa hora, el fax de la Liga de Fútbol Profesional alcanzará la categoría de Botafumeiro, aunque algunos hace tiempo dejaron de clavarle los ojos por temor a quedarse bizcos.
En esta parte del sur una mosca nos ha traído el zumbido del nuevo trasiego de un sevillista a los torreones metálicos de la Castellana. Pero esta vez falló la voz del tipo de la canción del verano.
Daniel Alves no es, ni por asomo, un calco del hermano de René. Daniel Alves es un tipo que nunca miente. Ama el Sevilla y a la gente sevillista. En el club de Nervión explotó como futbolista de primerísimo nivel y se encuentra entregado a una entidad que apostó por él cuando era un jovenzuelo desconocido. A diferencia del hermano menor de los Ramos, Dani Alves no se ha tirado el verano declarando amor eterno al Sevilla y postulándose como “buque insignia de un club, del que nunca-jamás se marcharía”, rajándose el zagalón tres días antes de la finalización del plazo y dejando en la estacada “al club de sus amores” la tarde del 31 de agosto de 2005. Casi sin tiempo para reaccionar, Monchi y su equipo de técnicos ficharon a Dragutinovic, cuando quizás con un margen de maniobra más amplio se hubiese adquirido algún zaguero de más solvencia que el serbio. Pero el chavalín de Camas estaba encantado en su papel de timonel del Caballo de Troya, dejó a la gente de Nervión con dos palmos de narices para irse con el saco lleno y el corazón sediento de títulos. Pues toma títulos…
Daniel Alves siempre ha dado una palabra y permanece en la misma acera. Ama al Sevilla, donde se ha hecho como futbolista y ha ganado títulos. Es una estrella mundial. Pero Daniel ha dicho que si viene un club de superior envergadura al nervionense, trasladaría la oferta a Monchi para que el Sevilla procediera. Si lo vende bien, en caso contrario él seguirá dando la talla en la bombonera de Nervión. Han llamado a su puerta el Liverpool, el Chelsea, el Milan, el Lyon y hasta el Barcelona (el jugador se ha enterado del ‘interés’ del Real Madrid por los periódicos…). Pero las ofertas se derritieron ante las pretensiones del club blanco, que no quiere regalar al ídolo de los sevillistas. Para evitar que los rumores llenen de desconchones su casa, Alves ha colgado en su web un comunicado anunciando que seguirá en el Sevilla. El club nervionense le mejorará el contrato y le ha prometido aflojar el curso próximo ante el presumible arreón de los más grandes.
A Daniel Alves le adoran en Sevilla, al hermano de René no, aunque desean que le vaya bonito, que cumpla sus sueños y salude previamente a Cenicienta. No sea que, como acostumbra, pille al personal con esos pelos.
Escrito por Matallanas | 9:12 p. m. | Enlace permanente