El Madrid se vuelve a vestir de blanco

Por Alfredo Duro

Que por otra parte es lo que corresponde. Un blanco que, después de tanto maltrato y falta de respeto ha vuelto a ser venerado y lucido con el orgullo que siempre ha representado. Ha sido además, en el mejor momento posible porque, no nos engañemos, el gran clásico contra el Barcelona representaba la prueba definitiva para saber si el proyecto que el Madrid ha entregado a Capello seguía siendo creíble. Y lo es. Ya lo creo que lo es. Fundamentalmente porque una de las impresiones que deja el partido es que los jugadores han acabado por creérselo y están dispuestos a poner al servicio del entrenador la disciplina y el rigor táctico que necesita “la causa”. Después de “lo de Getafe” el Madrid recupera crédito y consigue además poner a debate la presumible imbatibilidad del coloso barcelonista. Domingo perfecto.

No se trata de escribir como desagravio a las dudas que el Madrid había instalado en el ambiente. Se trata de constatar si el Madrid ha ofrecido las respuestas que se le exigen por su propia naturaleza. Si es cierto que está en condiciones de aunar en torno a la figura de Capello, las voluntades de un buen puñado de futbolistas que no están acostumbrados a otorgarle a su entrenador un protagonismo tan acusado. Esa es la gran pregunta porque ya es demasiado tarde para seguir discutiendo la evidencia de lo que Capello representa en el modelo futbolístico del club. Pasados los días, incluso los más radicales seguidores del aplauso fácil reconocen que la victoria ante el Steaua no podía ser utilizada como baremo real del cambio que se insinuaba. Ahora, sin embargo, tanto ellos como los más incrédulos y exigentes están en la obligación de reconocer que el italiano está consiguiendo que el Madrid esté cada día más cerca de “su Madrid”. Ganarle al Barcelona y hacerlo en buena lid, sufriendo sus poderes pero mirándole a la cara para que tenga la certeza de que el miedo y la ambición son sensaciones que nada tienen que ver, es dar un paso hacia la verdad. Ese es el camino que el Real Madrid parece haber emprendido, y que parte del reconocimiento al papel que cada uno desempeña en este difícil camino.

Ese reparto de papeles, por cierto, vuelve a otorgarle a Raúl el que mejor representa los más tradicionales valores del club. Resulta ejemplar volver a comprobar el liderazgo que el capitán asume para hacer del compromiso colectivo un empeño incuestionable. Hablar de EQUIPO y asumir el reto de serlo cada partido obliga a reconocer en Raúl a la prolongación del técnico en el campo. Así es como lo quiere Capello y el “7” está encantado de serlo. Como encantado está Guti de ser depositario de un protagonismo que siempre ha tenido fecha de caducidad y que en esta ocasión parece tan sincero como imprescindible. Son ellos dos, ejemplares del más genuino producto nacional, los mejores aliados que Capello ha encontrado en la recuperación del espíritu ganador que el nuevo Madrid desprende.

Y todo esto ocurre mientras buena parte del periodismo insiste en hacer de la ausencia de Etoo la excusa perfecta para interpretar las, para ellos, “sorprendentes y manifiestas diferencias” comprobadas en el duelo del Bernabeú entre los dos grandes de nuestro fútbol. Algo tan simple como indemostrable. Mejor sería que en lugar de negar el reconocimiento ajeno se preocuparan de buscar soluciones. El Madrid lo hizo después del papelón de Getafe y no parece haberle ido tan mal.

Duro ¿os suena?