Momento Old Trafford
de como volver a vivir un partido de champions de espectador
Vivir un partido en Old Trafford de aficionado mola. Bastante. Es agradable, pero también tiene su aquel. Llegar sin la presión del curro hace que te fijes en detalles que deberías también fijarte cuando vas a cubrir un partido de periodista, pero la propia naturaleza del curro hace que te centres en el trabajo y se te escapen detalles futboleros también importantes. El campo del Manchester es el Teatro de los Sueños pero las butacas son de pesadilla. Está bien hecho, pero cuando vas de espectador compruebas que lo de la tribuna de Prensa es en todo el estadio. Por eso, aunque sea más pequeño que el Bernabéu, caben casi los mismos espectadores (75.000 por 79.000 del Coliseo de La Castellana): porque estás como sardinillas en lata. Si has llegado tarde porque tu vuelo de Madrid se ha retrasado, si has tardado encima diez minutos en que el operario encuentren las entradas que te ha dejado un futbolista del United (una de las estrellas del equipo), si estás hambriento y te chupas una cola de diez minutos para comprobar la falta de previsión del hace tres años club más rico del mundo (y por ahí sigue) que permite que en el descanso se le acaben todas las bebidas, todas (ni agua ni refrescos ni café ni nada) y tengas que acomodarte, embutirte en la minúscula butaca (y no es cuestión de mis dimensiones: ¡les pasaba a todos los de alrededor!), y engullir el 'pie' de patatas y carne a palo seco sin saber donde poner las manos.
El partido bien. El Manchester jugó al tran-tran y ganó con un golazo de Larsson a gran pase de Cristiano Ronaldo. El portugués jugó con el freno de mano echado, pero dejó detalles de grande. Hasta le hicieron un penalti, después de esconderse el balón entre las piernas como un trilero, que Medina Cantalejo no señaló. Lo que más me sobrecogió fue la ovación que le dispensaron a Larsson. Todo Old Trafford puesto en pie y la peña rompiéndose las manos como locos. Parecía que en lugar de dos meses hubiera jugado 15 años en el United. Que tendrá el sueco que en el Camp Nou también se convirtió en un héroe en dos campañas, con media lesionado. Bueno, que tontería, tiene gol, la suerte suprema del fútbol, y encima cuando marca sonríe y se lo dedica a los aficionados con euforia y pasión. Los aficionados del Manchester como la media inglesa: celebrando un saque de banda como una ocasión y un córner como un medio gol, con mucha pasión y con unos cánticos bien entonados y potentes.
Justo cuando marcó Larsson, a Jesús, mi compañero de viaje, su mujer le dio una buena nueva por teléfono. Momento Old Trafford. Momento Teatro de los Sueños para recordar. Salimos cinco minutos antes (¡qué poco me mola irme antes del fútbol!) para no pillar atasco. Y vaya tela. Habíamos aparcado en un parking VIP echándole morro invocando al prestigioso jugador del United que nos había dejado las entradas. Estábamos pegaditos al estadio, pero no abrieron el parking para salir hasta media hora después de la conclusión del partido. El atasco para salir de las inmediaciones de Old Trafford fue espectacular. Prefiero el Calderón y las obras de la M-30 en su peor momento. Seguro que el coliseo del Manzanares está más preparado en este aspecto que el estadio del United para la Champions.... Una hora después tomamos la autopista a Liverpool donde dormimos porque en Manchester no había hotel. Ayer volvimos a Manchester a ver al futbolista que nos dejó las entradas. Ya os cuento después...
Escrito por Matallanas | 2:09 a. m. | Enlace permanente