El feliz desconcierto de Pitarch (Por Alfredo Duro)
¿os suena?
Por Alfredo Duro
Dije y mantengo que, al poco de consumarse la eliminación en la Copa del Rey a manos del Valencia más vulgar de los últimos quince años, Jesús García Pitarch recomendó la destitución de Javier Aguirre. El director deportivo, que en los últimos días ha intentado rebajar este hecho a simple bulo y falsa filtración, mantiene desde hace tiempo notables diferencias de criterio con su entrenador, al que no vé en condiciones de recuperar la confianza de la plantilla y reconducir la actual situación deportiva del equipo, que insinúa peligrosamente el mismo tipo de desmoronamiento sufrido en temporadas anteriores. Pitarch se escuda en la ausencia de reuniones del Consejo de Administración para desmentir lo que él sabe que es cierto. Nadie dijo nada de Consejo ni consejeros, entre otras cosas porque, a excepción del director deportivo, el resto de los mortales, especialmente los de condición atlética, saben que, a orillas del Manzanares, este tipo de cosas tienen un único destinatario: Miguel Angel Gil.
Este desliz burocrático, consecuencia de la escasa esencia rojiblanca que acompaña su cometido, sólo representa un mínimo ejemplo del inverosímil escenario que García Pitarch ha querido escenificar desde la pasada semana, en el que ha justificado las actuaciones y el rendimiento de jugadores como Fabiano Eller y Cléber Santana para indignación de una afición que hace ya demasiado tiempo que se ha visto obligada a tragar con medianías y baratijas tipo “Pollo” Olivera, Richard Núñez, Pilipauskas, Bogdanovic, “Pato” Sosa, Avi Nimny, Zoran Njegus, Wicky, Javi Moreno, “Negro” Villarreal, Venturin, Juanchi González, ¿seguimos? Individuos de probada nulidad a los que el poder chantajista de algunos representantes y la grotesca planificación deportiva de otras épocas les permitió vestir una camiseta que, si pudiera exigir daños y perjuicios, convertiría al club en el más rico del mundo. A su lado, el entrañable Serge Alain Maguy se merecería un lugar en el museo.
La salida de Maniche, asunto en el que Javier Aguirre ha echado en falta el respaldo público del club, no ha sido gestionado de la manera que más puede importarle al aficionado, por la sencilla razón que, sin él en la plantilla, la calidad de la misma baja en calidad y en número de efectivos. No es convincente la teoría que defiende Pitarch de la adaptación de jugadores como Maxi Rodríguez ó Jurado a esa posición, entre otras cosas porque ninguno de los dos ha cumplido este año en su verdadero puesto. Menos sólida es aún la opción de Miguel de las Cuevas que, siendo un jugador que genera un montón de buenas sensaciones, acaba de salir de un largo túnel de año y medio de recuperación de su grave lesión de tobillo y peroné.
La realidad es que, a pesar de buscar todo tipo de excusas, mientras el club está profundamente decepcionado del papel de jugadores como los mencionados Cléber y Eller, además de Reyes, Mista ó Luis García, el director deportivo se empeña en hacernos creer lo que ningún otro, aparte del propio Pitarch, está dispuesto a defender. Más teniendo en cuenta que, tanto Pitarch como Aguirre, cargan a sus espaldas a ojos de “la autoridad”, con la responsabilidad de haber frenado el fichaje de Riquelme, a pesar de la desbordante ilusión que altos responsables del club habían depositado en la llegada del argentino. Lo peor, y de eso no parece haberse enterado Pitarch, es que al trasladar todo este desconcierto a las gradas del Vicente Calderón, la palabra decepción se apodera del ambiente con inquietante y perturbadora familiaridad. Otra más.
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 8:07 p. m. | Enlace permanente