Negregol o Kung Fu Panda (Por Kiko Narváez)
el arquero. artículo publicado en la razón
Por Kiko Narváez
Después del cese de Arconada y ante la llegada de Hugo Sánchez a la Liga española se escuchó una y otra vez en muchos mentideros y foros futbolísticos que el Almería sería uno de los equipos que descendiera. De nuevo, los alumnos aventajados del maestro liendre -de todo sabe y de nada entiende- se apresuraban a sentenciar a grito pelado al mexicano sin darle esos 100 días de margen que todo profesional del balón merece.
Como suele ocurrir, el tiempo no miente y pone a cada uno en su sitio. A falta de cinco jornadas, la afición almeriense que nunca dudó del míster se acostó relajada después de la victoria ante el Numancia. La suma de 40 puntos les hizo el mismo efecto que si hubiesen estado de marcha en el botellón del lexatín. De todos los benditos culpables de la plantilla que propiciaron tal relax en su gente, hago un «stop» en el 9 rojiblanco, «Negregol».
El delantero madrileño no ha parado de sorprendernos jornada tras jornada. En ese corpachón hemos descubierto que hay cabida tanto para que broten goles de su cabeza como para que florezcan pases de gol de sus pies. Podríamos dejarnos llevar por las diferentes ejecuciones que realizó en sus 19 dianas, remates impecables de cabeza, a contrasentido de la jugada, o disparos certeros de primera y en carrera.
De las 33 jornadas, aparte de los dos asistencias contra los numantinos, todavía tengo en la retina las asistencias a Mané y a Piatti el día del Villarreal, pase cruzado de treinta metros a ras de suelo al primero o el golpeo en conducción con el exterior sensible y con ventaja al argentino. En todas estas acciones, Negredo demuestra tener materia prima para ser un «9» de «Champions». Participa y caza goles con una confianza que en el equipo andaluz, a pesar de no «mojar» en cinco partidos, siempre tendrá. Algo que en un «grande», en caso de ocurrir, te suele atenazar y te hace jugar cohibido por la responsabilidad que conlleva. Álvaro se ha ganado este año la oportunidad de probar esas sensaciones, su destreza, agilidad y coordinación, a pesar de su envergadura, me recuerdan al bonachón Kung Fu Panda. Ojalá los encargados de su futuro tengan el mismo acierto y tacto que él le dispensa al balón.
Escrito por Matallanas | 5:15 p. m. | Enlace permanente