el rincón de judas. artículo publicado en público

Por Antonio Sanz

Florentino Pérez dudó lo suyo hasta admitir que debía firmar a José Mourinho como entrenador del Real Madrid. Tras fracasar la apuesta de Valdano, Pellegrini, y la suya propia, Wenger, el éxito del luso en el Camp Nou, durante la eliminatoria de Champions League, sembró el destino del técnico. El histrionismo que acompaña al personaje exasperaba al dirigente, pero el rejón que sufrió el Barça resultó mortal de necesidad para el cambio de tercio. A su llegada, el pasado lo separó de Valdano, pese a los infructuosos esfuerzos de Pérez y Sánchez, el director general, por unir una relación rota. Más tarde, ‘Mou’ ganó poder y opinión al participar en las decisiones deportivas. Todo arrancó con el tira y afloja que el club mantiene con Pepe. La renovación del central se atrancó por los cinco millones de euros por año solicitados por el manager del futbolista. Con todo, el entrenador ha metido celeridad al asunto y ha concitado a la dirección a un acuerdo tan rápido como forzoso para las necesidades deportivas del Real Madrid.

A espaldas de Mourinho, Pérez y Sánchez han arreglado la continuidad de Sergio Ramos hasta 2017. No es oficial porque la línea de comunicación exige anunciar conjuntamente las dos. Mientras no llegue la de Pepe, la de Sergio será clandestina. Y todo porque para quien ocupa el banquillo sería una afrenta explicar una y no la otra. Con todo, y apoyado en una relación tirante, el técnico soporta a Ramos, aunque cada vez es juzgado con más severidad, mientras éste descubre su distancia con el mando tras aliarse con los compañeros más castigados por ‘Mou’. El Real Madrid cohabita con las batallas dialécticas de su entrenador y sólo los títulos pondrán paz en una institución que presenta un debate diario. En más de una ocasión, el presidente ha lamentado que el técnico pise tanto charco. Ya lo intuía pero, en aquella primavera, sólo el látigo de Mourinho servía para inyectar bravura a un madridismo que aún vive atenazado por el Barcelona.