Madrid me Mata (Sport, 10-2-06)
En medio de la evidente mejoría en el juego y en los resultados del primer equipo (salvo la histórica humillación de La Romareda), los dirigentes del Real Madrid han decidido hacer una reestructuración entre los empleados del club y en los últimos días han despedido a cinco. Evidentemente los empleados no tienen la importancia de los futbolistas, cuya salida del club suele estar rodeada de publicidad, en medio de debates públicos. Los jugadores son los actores principales, pero para que un club de fútbol funcione tiene que contar con empleados leales y eficaces que en cada departamento rindan y contribuyan a engrandecer a su empresa, en este caso un club de fútbol, concretamente el mejor del mundo en el siglo XX. Han sido cinco los despedidos. Varios de ellos contribuyeron durante cinco lustros del pasado siglo a que el Real Madrid fuera el mejor club del mundo. Ahora consideran que no han cumplido los objetivos y se van a la calle. Puede ser ley de vida, pero la vida es muchas veces injusta y cuando te toca un despido improcedente, reconocido por tu empresa, hasta cruel e incomprensible.
Y sí, sí que se llevan su finiquito y el despido es improcedente reconocido por el propio club. Pero es muy fuerte. “Es que no has cumplido los objetivos”. ¿Qué objetivos? Si en el Real Madrid hay una lista de espera de unas 5.000 personas para hacerse socios y se la saltan a la torera para meter a todos los enchufados de la directiva. ¿Qué objetivos? ¿Qué tenían polvo el mogollón de copas en la sala de trofeos? O a lo mejor el empleado era el culpable de que no llegase ninguna copa nueva a la sala en los últimos 30 meses. Puede ser.
Y todos estos empleados a los que han echado a la calle son leales y no van a rajar de la que ha sido su casa, su lugar en el mundo los últimos 30 años, por más contrariados que estén. Trabajaron bajo la presidencia de Santiago Bernabéu, de Luis de Carlos, de Ramón Mendoza, de Lorenzo Sanz y de Florentino Pérez. Pero también los dirigentes madridistas podían haber sido un poco más espléndidos en la indemnización y haberles pagado la confidencialidad. Porque estos ejemplares empleados saben dónde está el cuarto que siguen teniendo y usando los Ultra Sur en el estadio, saben que hay seguidores que pagan el abono joven con más de 35 años, saben que en el listado de socios hay unos cientos de números libres por si acaso alguien se hace socio en el 2005 y hay que decir que es socio desde 1979. Aunque sería humano y comprensible que lo hicieran, no van a contar nada. Además, alguno de ellos puede trabajar en un club de la competencia que fichará a un profesional que es el que más sabe de su departamento y que le dejan en el mercado. Es duro, pero cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. Y, a veces, todo lo que pasa conviene.
Escrito por Matallanas | 12:48 p. m. | Enlace permanente