el rincón de judas (columna publicada en el diario público el domingo 14 de octubre de 2007)

Por Antonio Sanz

“No sé que hacer con Reyes. Es un buen futbolista, pero nos podemos crear un serio problema en el equipo por cómo reaccionará la afición”, meditaba en voz alta Miguel Ángel Gil a su círculo de confianza durante algunos maitines del mes de febrero. Un círculo, por otra parte, cada vez más reducido en quien despeja sus inquietudes y sus dudas. Vamos, como su minúsculo gabinete de crisis. Desde ese momento, días antes del Atlético-Real Madrid de la 06/07, sí el mismo en el que Fernando Torres se desvirgó ante Casillas y el mismo en el que Daudén Ibáñez perjudicó notablemente al equipo de Aguirre, planeó el fichaje del utrerano por el Atleti. Un fichaje con historia. Un fichaje que arrancó ocho meses antes cuando la forzosa salida de Julio Baptista a Inglaterra provocó el primer desencuentro de Reyes con el Atlético. Las entonces dudas invernales de Gil Marín contrastaban con la firmeza veraniega de Ramón Calderón, quien aseguraba públicamente la más que segura renovación del delantero que le otorgó, con sus goles al Mallorca, los tres puntos definitivos para levantar el trofeo. Sin embargo, la actuación de esa noche no cambió una decisión tomada desde hace meses.

Reyes había definido su fututo: a cualquier sitio… en España. No quería volver a Londres. Ni el Arsenal, ni la vida británica, ni el idioma, ni la cultura inglesa habían entrado en el sevillano. Los asesores deportivos del jugador telefonearon al consejero delegado y dueño del Atleti al conocer la negativa de Mijatovic. Lo consultó con Cerezo. La opción era preferencial. Sólo les frenaba el pago social a una afición a la que ya no asombra prácticamente nada. Incluso, la relación con el jugador promete pese a la penalización que tuvo que abonar el Real Madrid como compensación al contrato que había firmado previamente en el Manzanares. No existía más obstáculo que el tributo social.

Y se despejó el horizonte. Miguel Ángel Gil comenzó a preparar el terreno. A finales de mayo recibió a Arsene Wenger en Madrid. El manager francés ya conocía del Real Madrid que no firmaría a Reyes. Por eso, accedió a reunirse. Por eso, se acercó a las cantidades que estaba dispuesto a pagar el Atleti. Por eso, se decidió aparcar la negociación tras un primer tramo ya asfaltado. Por entonces, el dueño del club negociaba con el Ayuntamiento de Madrid la venta del estadio. ¿Qué mayor tributo que salir del Calderón? Un mes después, se encontró con algo inesperado. Fernando Torres solicitaba escuchar la oferta del Liverpool FC. Segundo tributo a pagar.

Un último pulso quedaba por echar. Los dos goles de Reyes al Mallorca cambiaron la decisión de Calderón porque otorgaron un nuevo campeón. Mijatovic recibió la indicación presidencial de negociar con Wenger. Sin embargo, siempre lo hizo a la baja. No tenía especial interés en retener a un jugador que había cumplido una temporada con más sombras que luces. El director deportivo explicaba que la actuación de esa noche en el Bernabéu no debía alterar una decisión tan tomada como meditada. Por eso, alimentaban al jugador con promesas mediáticas que luego no saltaban a los despachos a la hora de negociar. Mientras, el rumbo en el Manzanares era otro. Ya les daba lo mismo afrontar el penúltimo tributo social… tras anunciar la venta, primero de Torres, y la posterior del estadio. Eso sí, pagarán el doble de lo que llegó a ofrecer el Real Madrid.