Los mártires del derbi
JAVIER GÓMEZ MATALLANAS. Pablo Ibáñez cuajó un mal partido ante el Real Madrid. Falló en los dos goles que encajó el Atlético. Pero no se le puede criminalizar por su actuación ni vincularla a que se comprometiera con un precandidato a la presidencia del Real Madrid en las últimas elecciones blancas. Decir que Pablo falló por ese motivo es no saber de fútbol. Decir que Pablo falló, y lo hizo a propósito, porque es madridista es faltar al respeto a un profesional.
Pablo Ibáñez suele cortar y no complicarse. La suele mandar a la grada. En los primeros segundos de partido le ganó la posición a Robinho, se anticipó y quiso salir con el balón jugado. El brasileño se la robó, le regateo de una manera imposible, se metió por donde no había hueco, centró atrás y Raúl hizo su golito de rigor para liquidar el derbi a los 30 segundos. En el minuto 44, en un corner a favor del Real Madrid, Pablo fijó la marca a Van Nistelrooy, perdió la visión del balón y el holandés remató a placer el 0-2, con las manos blandas de Abbiati, que machacaba a un Atlético que había desperdiciado sus ocasiones de marcar entre remates al larguero y paradones de Casillas.
Dos errores de bulto los de Pablo, que se magnifican más por haberlos cometido ante el Real Madrid. Pero el central internacional, que venía realizando buenas actuaciones en los últimos partidos, no puede quedar señalado para siempre por sus dos fallos. Quizás se vea obligado a cambiar de aires porque gran parte de la afición rojiblanca no le perdone jamás haber fallado en ese partido tan importante para los atléticos. Muchos le perdonaron su error en los despachos de comprometerse con la candidatura de Juan Palacios a la presidencia del Real Madrid y también podrán relativizar sus fallos ante el Madrid en el pasado derbi, pero otros pueden no pasarle una más y quizás lo mejor es que cambiara de aires. Lo que es seguro es que Pablo ha pasado a ser un mártir del derbi.
Hablar como forofo es muy peligroso para un periodista. El calentón de la derrota puede provocar que se ataque frontal y cruelmente a futbolistas, descalificarles irrespetuosamente y negarles la posibilidad de jugar en el Atlético. Se puede y se debe criticar actitudes y actuaciones de futbolistas, señalar a los que han fallado como es el caso de Pablo o el bajo rendimiento de Reyes o Abbiati. Pero se debe medir con el mismo rasero a los futbolistas del equipo de tus amores que a los del resto de equipos. Y, sobre todo, que esa crítica no suponga una falta de respeto a la profesionalidad de esos jugadores. El Atlético era tercero con esa plantilla antes del derbi y la derrota ante el Real Madrid no debe ser decisiva para bajar en el escalafón que viene recuperando, mucho más lento de lo que querrían sus aficionados.
Aunque los verdaderos mártires de los derbis de los últimos años son los aficionados del Atlético de Madrid que ven con impotencia la imposibilidad de que su equipo les ofrezca una alegría al derrotar al eterno rival. La distancia entre ambos clubes provoca que, juegue como juegue el Atlético, parezca del todo imposible que los colchoneros se impongan a los merengues. Son mejores y punto sería una explicación aceptable y aceptada mayoritariamente por la masa social rojiblanca sino fuera porque a un jugador del Atlético se le exige que se vacíe ante el Real Madrid. En los últimos años fue Torres el que sostenía el escudo y el Sentimiento Atlético y mostraba solitario el compromiso y el orgullo rojiblanco. En el último derbi este rol lo asumió el Kun Agüero. Pero no deja de ser preocupante que en la temporada en la que la pegada del Atlético se encontraba más repartida, en el partido más importante para los atléticos, las opciones de su equipo quedarán depositadas de nuevo en un solo futbolista. El Real Madrid, que fue mejor sin duda, no es el problema del Atlético de Madrid. El problema del Atlético está dentro del propio Atlético. Más en los despachos que en el vestuario.
Escrito por Matallanas | 1:11 a. m. | Enlace permanente