De camisetas, manos y vergüenzas (Por Alfredo Duro)
¿os suena?
Por Alfredo Duro
“¡Qué vergüenza, Villar posando con la camiseta del Real Madrid, y encima se sonríe!” “ Luego dirán que los árbitros no le echan una mano al Madrid , ahí lo tenéis”. “¿Será posible que a Enrique Cerezo no se le caiga la cara de vergüenza por dejarse hacer fotos con una camiseta del Real Madrid?” “Que se vaya, que este año tampoco nos metemos en Champions”. Así andaba el pueblo poco antes que la mano de Eto’o evitara la victoria del Valencia en la semifinal de Copa, despejando dudas, si quedaba alguna, sobre la dirección en la que rema el arbitraje desde hace varios años. Con esta farisea e hipócrita fiebre de moralidad rojiblanca señalaban algunos con el dedo al presidente del Atlético de Madrid mientras el Kun Agüero, ajeno a recuerdos tenísticos e inmune a los podridos aforismos de los más sectarios, tomaba nota de las entrañables virtudes que adornan el sistema defensivo del Barça y dibujaba en su mundo de potrero la dulce pesadilla en la que acabó convirtiéndose para el resucitado “imperio de los fantásticos” la esotérica noche del Vicente Calderón. La misma, por cierto, que ha desvelado la irrisoria y grotesca condición profética de Jose María del Nido que, de momento, sigue durmiendo en “la fonda del sopapo” como consecuencia de su patológica falta de respeto.
Mal asunto el de llevar al estrado de la conciencia pública el personal y privado entendimiento que el fútbol ha moldeado en determinadas relaciones. La demagogia y el populismo barato acaban resultando demasiado tentadores como para no hacer uso de sus más delirantes efectos cuando se trata de evangelizar sobre la pureza de los sentimientos. No hay mayor demostración de pobreza mental que intentar elevar los nuestros sobre el más allá al mismo tiempo que negamos a los demás su capacidad de “sentir” lo mismo. Pura charlatanería, propia de cruzadas de otra época, cuyo recuerdo no hace sino justificar los comportamientos más violentos y vergonzosos que todavía hoy lamentamos en nuestros estadios. Cuidado con eso porque muchos de los “apóstoles” del sentimiento atlético que han demonizado a Enrique Cerezo por un acto tan inofensivo como lúdico, bramaban no hace mucho a favor de una derrota rojiblanca ante el Barcelona, ultrajando los más elementales principios de lo que los atléticos de verdad saben que representa el Atlético de Madrid. Aquello sí fue una lamentable y triste vergüenza.
Como también acaba resultando vergonzoso el modo en el que Schuster se empeña en llevar la imagen del Real Madrid al lado más oscuro de la realidad. Su tenacidad por llevar la relación con el mundo exterior a lo que observamos en cada rueda de prensa, acaba por caricaturizar su empeño. No caeré en el error de tragar con la actitud de niño consentido que el propio Schuster intenta perfeccionar en cada duelo periodístico. Se intuyen con demasiada facilidad las dotes de simulación que le impone a sus actuaciones públicas. Aquel “espíritu del vedetismo” que su presidente presume de haber eliminado, amenaza con reproducirse ante la falta de tacto y delicadeza que el entrenador sugiere. ¡Qué le den otra camiseta!
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 7:35 p. m. | Enlace permanente