Maniche no se ha ganado la renovación
La crisis vuelve al Atlético de Madrid. Tres derrotas consecutivas en los tres partidos que ha disputado en 2009 han bastado para que salten las alarmas en el equipo del Manzanares. No solo por perder tres encuentros, sino por cómo se han perdido. La imagen ofrecida por el equipo ha sido mala y vuelven a surgir unas dudas en torno al entrenador y a la plantilla, unas dudas que parecían haber desaparecido cuando el Atlético se plantó en Navidad en puestos de Liga de Campeones y un punto por encima del Real Madrid.
Maniche representa el mal momento del Atlético de Madrid. Justo cuando se está negociando su renovación de contrato, que acaba el próximo mes de junio, el portugués empieza a ofrecer un rendimiento muy por debajo de lo esperado. Maniche, aunque mejore su juego, no se ha ganado renovar. Después de protagonizar un incidente por indisciplina que le obligó a marcharse cedido al Inter de Milán, su perdón a Javier Aguirre le valió para continuar en el Atlético (porque no le llegaron ofertas buenas). La afición del Atlético se posicionó a favor del portugués, más por ir en contra de Aguirre que por su juego, y su nombre fue coreado en el Vicente Calderón.
El pasado domingo nadie coreó el nombre de Maniche y ningún aficionado colchonero le aplaudió cuando el árbitro Muñiz Fernández le sacó la tarjeta roja, tras realizar una violenta entrada con la que dio toda la sensación de querer borrarse, de buscar que el colegiado le echase cuando el Atlético perdía 1-3 ante el Athletic y la afición apretaba al técnico y a los jugadores colchoneros. Maniche es un medio centro llegador, que participa poco en la creación de juego y en la circulación de balón. Y el Atlético necesita un medio centro que maneje los partidos, que haga jugar al equipo.
Seitaridis, que llegó al Atlético junto a Maniche, tampoco merece seguir en el Atlético. Sólo el hecho de que no tiene recambio en su puesto ha provocado que juegue esta temporada porque estaba fuera del equipo, aunque no llegó ninguna oferta buena por el griego, como no llegó por Maniche, y por eso se quedó.
El problema del Atlético, al margen de personalizar en Maniche, Seitaridis, Heitinga o Aguirre, es estructural. Sigue cogido con alfileres. Va consiguiendo raspando, sin brillantez, los objetivos y en cuando le llegan tres resultados malos tiembla todo el proyecto. Depende demasiado de las decisiones de única persona, que aspira a delegar pero no lo consigue, que reconoce que se ha equivocado muchas veces y no acaba de aprender de los errores. Depende demasiado de su dueño, que es el que manda. Es el dueño del club, pero no puede gobernar, aunque esté anestesiado, el Sentimiento Atlético.
Escrito por Matallanas | 2:10 a. m. | Enlace permanente