el rincón de judas. artículo publicado en público

Por Antonio Sanz

El devenir de la temporada del Real Madrid contaba con obligada parada en Barcelona. Hasta esa fecha, Mourinho figuraba como el redentor, el mesías, el elegido para devolver la gloria al imperio. En el Camp Nou, allí dónde se ganó con fútbol medroso la confianza del mandamás para ser nombrado inquilino titular del banquillo, mordió el polvo, dobló la rodilla y admitió la humillación pública. Hoy, a su alrededor, el madridismo cierra filas, asume críticas, aglutina la sorna y el bofetón y ruega tiempo para terminar de construir el proyecto. Tiempo que no dieron a Pellegrini porque únicamente Valdano, de todo el cuerpo de mando del ático, apostaba por secuenciar la continuidad del chileno. Borraron a un buen entrenador que dispone en Málaga de una tercera oportunidad en la Liga. Un técnico que completaba la ropa en las maletas pero con destino bien distinto al previsto.

Abdullah Al-Thani, el jeque titular del club malagueño, apostaba por Manuel como máximo responsable de un proyecto en Qatar. En el emirato Pérsico se detuvieron en el ex entrenador del Bernabéu gracias a la figura estelar proyectada internacionalmente durante su periplo madrileño. En Doha, como lanzamiento de apoyo a la candidatura del país árabe al Mundial de 2022, se estudiaba la formación de escuelas deportivas de tecnificación futbolística, cuyo director estaba asignado: Pellegrini. El astuto técnico latino, que se cayó en la última curva para entrenar al Liverpool FC, había rechazado dirigir a la selección de Japón, además de evitar introducirse en el campeonato ruso. Pero los ‘petrodólares’ sí le cautivaron. Cuando todo parecía decidido, un punto de quince posibles, cambió el destino. El Málaga CF de Ferreira no arrancaba y Abdullah Ghubn, consejero delegado del club, instó girar el volante y modificar el trayecto del chileno, pero no el contrato comprometido hasta junio de 2013.

Pellegrini viajó por primera vez como técnico malaguista a Barcelona, aunque no habitó el banquillo. Una ciudad que despertó eufórica el pasado martes tras la culminación de un proyecto y de un estilo. Guardiola permitió el desenfreno tras la manita, pero reunió al grupo al día siguiente en el campo de entrenamiento. El discurso se resumió en dos palabras: disfrutarlo, pero sólo son tres puntos más. Eso sí, evitó decir que lograron que ‘Mou’ no superara la prueba del algodón.