Mata-dor (mi columna en marca, 4 de agosto de 2007)

La estrategia que, asegura su entorno, va a seguir Fernando Roig con Juan Román Riquelme no puede ser cierta. No puede ser que un empresario modélico, generador de riqueza en todos sus negocios, incluido en el ‘defitario’ mundo del fútbol, haya pensado realmente en dejar en la grada a Román los dos años de contrato que le restan. No puede ser que un tipo tan inteligente se deje guiar por la soberbia y prefiera pagar el sueldo galáctico a Riquelme (hablamos de 5 millones de euros netos) por no ir ni convocado. Un buen empresario, como es Roig, no regala el dinero ni lo tira a la basura. Seguro que es un farol de sus colaboradores. Roig ha demostrado siempre que toma decisiones adecuadas para sus empresas y lo de aparcar al ‘crack’ argentino no es una elección ni inteligente ni rentable. A todo esto, Riquelme aguantaría tan tranquilo. No piensa porfiar. Por supuesto que le encantaría jugar. Pero la primera medida del club (que si demostraría que la estrategia de Roig debe ser como dicen sus colaboradores) de dejarle sin dorsal la asumido sin inmutarse.

Román aguantará el pulso. Pero esta pugna es absurda para el Villarreal (¿qué imagen quedará del Villarreal en el fútbol mundial si no utiliza por un capricho del dueño a uno de los mejores jugadores del planeta?) y Fernando Roig demostrará que ‘su’ idea de castigar en la grada a Riquelme fue tan sólo un calentón del propietario del equipo de fútbol que, de su mano, más ha crecido en España en la última década. A todo esto, otros propietarios de clubes esperan, agazapados y sin prisa hasta el cierre de fichajes, a que se resuelva la situación. Gil Marín está con la caña por si puede pescar a Riquelme en cuanto la guerra fría Riquelme-Roig concluya, porque concluirá. Otra cosa es lo que quiera Aguirre. Porque el Atlético tiene buena pinta, pero falta un creador de fútbol. Un Riquelme, vaya.