Ganar y jugar bien
¿es suficiente ganar como sea?
J.G. MATALLANAS. El Real Madrid echó a Capello buscando el buen juego. Bernd Schuster llegó al banquillo madridista con el compromiso de hacer un fútbol vistoso, pero, de momento, el Madrid gana jugando mal. El debate viene de lejos y se ha extendido otra vez entre los grandes clubes del mundo. El multimillonario Abramovich ha prescindido de Mourinho porque, una vez que ha conseguido que el Chelsea gane títulos, quiere que su ingente inversión en el fútbol se corresponda con un juego vistoso.
Esta temporada Real Madrid ha sacado adelante sus partidos, a excepción de las victorias ante Atlético y Villarreal, de la misma forma que logró ganar el título de Liga la pasada campaña. La excelencia que buscaba Ramón Calderón aún no se ha conseguido y existen síntomas para creer que va a ser muy complicado que Schuster lo consiga. El Real Madrid no ha perdido, pero sus aficionados, según interpreta la opinión pública, están descontentos, aunque seguro que los habrá también que estén como unas castañuelas viendo a su equipo ganar.
Toda la opinión pública pareció converger en apoyar el cese de Capello porque era una evidencia que ni ganando conectó con la exigente afición madridista. La llegada de Schuster fue recibida con optimismo porque un equipo que juega bien es mejor para todos. Aunque si gana no va mal para el negocio periodístico, lo suyo es que lo borde sobre el césped porque el entusiasmo del aficionado (y los del Madrid son mayoría) hace que consuman más periódicos, más minutos de televisión, más horas de radio. El negocio pasa por el espectáculo. Y cuando el espectáculo no llega se empieza a criticar al que prometió que lo iba a traer. Y se le critican las rotaciones, se dice que está ganando con suerte (ciertamente) y se le aprieta para que consiga el objetivo de inmediato.
El romanticismo y la utopía del jugar bien siempre chocará con el pragmatismo, la urgencia y la obligación del triunfo, con o sin fútbol vistoso. Seguro que, como casi siempre, en el término medio se encuentra la verdad. Porque los profesionales aseguran que el concepto del aficionado, y del periodista, por supuesto, de lo que es jugar bien no coincide con el del que trabaja en el fútbol. Entrenadores y futbolistas coinciden en que lo bonito no es lo bueno. Que un caño, un sombrero, una filigrana en el centro del campo, que provoca el aplauso de la grada, son lances bonitos, preciosistas, pero no son efectivos. La mayoría de los profesionales coinciden en aceptar que esas acciones son 'tolerables' de tres cuartos de campo para adelante, sobre todo si acaban en gol.
Y la mayoría de los profesionales valoran el trabajo defensivo casi tanto como el ofensivo o lo ven como la base para conseguir la victoria. Los más románticos aseguran que se debe defender con el balón. Afirman que el ideal es defender teniendo la posesión del esférico, pero para hacer esto debes contar con jugadores de gran técnica y contar con que en la actualidad todos los equipos realizan la presión con gran eficacia y orden.
Lo del ganar y jugar bien es un ideal. Generalmente cuando juegas bien cuentas con más opciones de ganar. Pero el fútbol es un juego y como se comprobó en partidos recientes del Sevilla o el Getafe, ser superior al rival, jugar buen fútbol, no te garantiza ni mucho menos la victoria. Los grandes equipos de la historia siempre han jugado bien. Pasan a los anales de fútbol porque han ganado y han jugado bien. Y algunos equipos son referentes incluso sin haber ganado lo que debían, como le pasó a la Quinta del Buitre, que no ganó la Copa de Europa como merecía por su fútbol cautivante. Pero también hay equipos ganadores que no enamoran, como Italia. La actual campeona del mundo no llega a la fibra, pero gana, no enamora, pero ganó el Mundial. ¿Qué fútbol prefieren ustedes? ¿Ganar como sea? ¿O ganar jugando bien? Porque lo que está claro es que todos queremos ganar. Porque la frase que encabeza el inicio del libro ‘El fútbol a sol y sombra’ de Eduardo Galeano (un referente de la literatura futbolística, yo tengo la primera edición de agosto de 1995) es muy bonita, pero muy amateur. Preciosa, pero muy utópica. Dice así ese prefacio del fabuloso libro de Galeano:
Las páginas que siguen están dedicadas a aquellos niños que una vez, hace años, se cruzaron conmigo en Calella. Venían de jugar al fútbol, y cantaban:
“Ganamos, perdimos, igual nos divertimos”
Escrito por Matallanas | 12:58 a. m. | Enlace permanente