La 'profesionalidad' de Juande (Por José Manuel García)
el butacón del garci XXVI
Por José Manuel García
El otro día me enojé con mi mujer. Carmen me dijo: “¿Y tú, si te diesen cuatro veces más de lo que ganas, no cambiarías de trabajo hoy mismo como ha hecho Juande Ramos?”. Dolido, le dije que sí. Os digo de antemano que me encuentro feliz en mi trabajo, tengo compañeros buena gente, divertidos y llenos de nobleza, y unos jefes que nunca veo. Un trabajo diez. Aunque si me diesen tres veces más, puede que volviera a tomar las maletas para emprender una nueva mudanza.
A Carmen le dije que esa era una pregunta cargada de buena fe pero repleta de demagogia, pues la situación de Juande Ramos, así como la situación de todos los entrenadores y futbolistas de Primera división, lo mismo que los cantantes de primer nivel y los toreros de máximo cartel, no es la de cualquier españolito medio, trabajador y muy señor mío.
Sin quejarme de mi sueldo actual, de las buenas horas que al cabo de la semana dispongo para hacer de mi vida un sayo, no podré ganar los tres millones de euros que Juan de Dios Ramos se embolsó la temporada pasada como entrenador del Sevilla ni aunque naciera tres veces seguidas. Mi ático de Mairena es una delicia, pero es un cuartucho al lado del caserón del Zaudín donde habitan (o habitaban) los Ramos.
Juande tenía contrato en vigor hasta el 2008 y había proclamado a voz de tenor que lo cumpliría, sí o sí, por encima de vientos, mareas, tempestades y Tottenham. La última vez que lo dijo fue el miércoles, en un acto promocional en Madrid, y el viernes, a eso de las once, sin más luces que una luna llena reventona, entró en el despacho del director general del Sevilla para entregarle su carta de renuncia unilateral. Ese día, como todos los días, se despidió de sus jugadores con un sonoro ‘hasta mañana’.
Juande dejó tirado al Sevilla e hizo lo que peor puede hacer un entrenador, dejar a la intemperie a sus jugadores. El, que vadeó la crisis emocional de Dani Alves (con el Chelsea metiéndole a presión las libras esterlinas en sus bolsillos en un contrato de seis años) mirando hacia el otro lado, no puede ir ofendiendo la inteligencia de los aficionados despidiéndose desde una web creada una semana antes ex profeso y con una carta que algún negro le escribió. No tuvo huevos don Juan de Dios Ramos de convocar una rueda de prensa ante los medios locales y nacionales, porque sabía muy bien que los compañeros periodistas le iban a hacer la pregunta que todos sabemos. Se fue a Londres y allí, sí; allí habló con los ingleses y dijo que el Tottenham (penúltimo de la Liga) colma sus ambiciones profesionales (¿), que él quiso ser entrenador de la Premier desde chiquito. Y que la afición de White Hart Lane le impresionó. Y aquí paz y luego salga el sol por Villanueva del Ariscal.
Pero yo que tu, Juande Ramos, dormiría a partir de ahora con un ojo abierto, porque Daniel Levy, el dueño del equipo, muchimillonario como Abramovich, tiene fama de maltratador. Maltratador de entrenadores. Humilló a Martin Jol las veces fueron necesarias (te recuerdo aquella cita que tuviste con sus emisarios en el hotel Alfonso XIII, en Sevilla, encuentro que tu negaste ante los periodistas, dejando al descubierto tu condición de trápala de primer nivel) y como el sol de Londres no te venga de cara y los resultados no sean como los que sueña don Daniel, el judío te va a poner la profesionalidad llena de agujeros. Igualito que a Jol, el pobrecito.
Escrito por Matallanas | 5:01 p. m. | Enlace permanente