El laberinto del '7' (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas (columna publicada en el diario público el 21 de octubre de 2007)
Por Antonio Sanz
Ciento dos veces internacional, cuarenta y cuatro goles celebrados, presencia en tres Mundiales, dos campeonatos de Europa y unos Juegos Olímpicos es materia más que suficiente para encender el debate sobre la convocatoria o no de Raúl González de las listas de la Selección nacional. El ‘Ferrari’, como lo bautizó el hoy director deportivo de la RFEF, no deja indiferente a nadie. Unos, los más, le defienden con furor. Otros, los menos, le utilizan para desprestigiar aún más la figura del seleccionador español. Todos, al final, hablan de una ausencia deportiva que trastoca los planes de quienes consideran que su etiqueta de intocable no había traspasado aún la frontera del desuso.
Para los escasos de memoria les recuerdo que Luis Aragonés vivía muy cerca del capitán durante su primera etapa como seleccionador. El ‘Sabio’ conectaba con Raúl, circunstancia que les permitía tocar sobre la misma partitura. Antes del Mundial de Alemania, la sintonía se encuadraba en estéreo. Ni un mal sonido perforaba aquella relación que podríamos considerar como confortable. Luis sabía que debía apoyarse en Raúl y Raúl entendía que era el encargado de marcar el paso entre el entrenador y el siempre extraño vestuario internacional. Hasta la víspera del 4-0 a Ucrania, todo perfecto. Luis había avisado que rotaría, que había Mundial para todos y que un grupo de 23 unido les acercaba más al éxito. El seleccionador no se planteó la titularidad del capitán como tampoco alcanzó a pensar, ni en su visión más optimista, que aquel debut se cerraría con goleada. Ante Túnez repitió el mismo once y en Stuttgart nos descubrió su distanciamiento con el banquillo. Se acercó al mismo, pero para festejar con…Salgado y Cañizares. En la despedida ante Francia, el capitán mantuvo una titularidad que había recuperado jugando el primer tiempo con los suplentes ante Arabia Saudi. Tras la eliminación, determinados comportamientos de compañerismo de Raúl y de otros futbolistas desencantaron a Luis. Raúl había roto su idilio con el seleccionador. Se sentía traicionado. Luis le había hecho sentirse nada importante.
El segundo capítulo del desencuentro llega la noche previa al viaje a Belfast. Los jugadores, en privado, hablan de los errores del Mundial. Entonces reclaman una serie de reivindicaciones que expondrían ya en Irlanda del Norte. Antes, tenso, tensísimo, cambio de impresiones entre seleccionador y capitán motivado por cuestiones de orden interno en el escenario del hall de un hotel cercano al aeropuerto de Barajas. La relación, ya deteriorada, acaba por romperse unas horas después. La derrota terminó haciendo añicos la partitura de respeto que ambos mantenían como bandera. Después, Luis, lejos de manejar los códigos que él tanto defiende, despreció el sentido del brazalete y arrinconó la brillante historia del líder. Se conoce por Canal Plus, después se ha ido confirmando convocatoria tras convocatoria, que Raúl no volvería a vestir la roja .
Llegamos a la semana previa a Dinamarca. Llegamos a la confirmación de un homenaje que la FEF quiere brindar a Raúl. La pinza de los dirigentes de Las Rozas al seleccionador es feroz. Ni nadie entiende el momento ni nadie siente la necesidad de realizarlo. Luis expone motivos deportivos para no citarle. Nadie le cree. Raúl provoca dudas y se deja ver en público mientras se juega el Finlandia-España. Más leña al fuego. Se entiende. ¿Qué pasa que por eso es menos seguidor? Se entiende menos que se manifieste públicamente después del choque de Aarhus. Por sus compañeros, hartos del estéril debate, y con lo que había en juego en Dinamarca, podría haber dado el paso de zanjar la polémica adelantando unos días esas declaraciones. De lo que estoy seguro es que nuestro discreto fútbol necesita al mejor Luis… y al mejor Raúl. ¡Qué vuelva la paz!
Escrito por Matallanas | 5:46 p. m. | Enlace permanente