Ronaldinho, de sastre a lastre
JAVIER GÓMEZ MATALLANAS. La situación de Ronaldinho sigue siendo preocupante. Su calidad será siempre fuera de lo común, siempre será un genio con el balón en los pies, hasta cuando se retire. Pero ya no desborda, la condición física le ha abandonado en esas mañanas de gimnasio, demasiadas repetidas, en la que no salía a entrenar con sus compañeros.
Ronaldinho antes hacía un traje en carrera a cualquier rival que se le pusiera por delante, con un repertorio de regates y filigranas que le encumbraron a ser el número uno del mundo, el mejor jugador del planeta. Ahora no se puede decir que no se vaya de un cono, expresión empleada entre los futbolistas cuando un jugador pierde el desborde, no se puede decir que no se va de nadie porque aún en una baldosa te hace un roto, pero el sastre brasileño que diseñaba trajes por doquier ha pasado a ser un lastre tanto en el Barça como en Brasil.
Siempre te podrá resolver un partido de golpe franco directo. Siempre te podrá hacer un gol como el que le marcó al Valladolid. Pero si Rijkaard le cambia sistemáticamente es porque considera que tiene que dar aire al equipo. Y si no le sienta aún en el banquillo es porque es muy complicado sentar a un símbolo, como escribía Valdano el sábado en su última de Marca. También hablaba Valdano de la sociedad peligrosa que forma y fuerza Messi con el brasileño. El argentino le ofrece un salvavidas en cada pase, convencido de que el mago Gaucho va a rehacerse y sacar un conejo de la chistera.
Ronaldinho avisó a los preparadores físicos del Barcelona, cuando se reincorporó a los entrenamientos (¿?) con su equipo tras el Mundial de Alemania. Les dijo que no volvería a entrenarse al ritmo que lo había hecho en la preparación de esa copa del mundo de 2006, que iba a ejercitarse como lo había hecho toda su vida. Y desde entonces se dejó llevar de nuevo, con esas mañanas de gimnasio, demasiado frecuentes, pero no ha vuelto a ser el que fue.
Se volvió a comprobar en el Perú-Brasil. Dinho se iba a los centrales, se incrustaba entre Juan y Lucio, la pedía cortita y al pie, y la daba a cinco metros. No perdía un pase, pero no hacía nada productivo para el equipo, no aparecía cerca del área. Y cuando la tenían Kaká (¡qué golazo!) o Robinho (que tampoco hizo mucho como Dinho) se notaba una diferencia abismal en desborde y productividad, jugaban a otra cosa, casi a otro deporte distinto al de Ronaldinho. Eran el presente de Brasil y el Gaucho el pasado de la 'canarinha'.
Quizá un cambio de aires a la Premier o al Calcio reactive al mejor Ronaldinho. Quizá vuelva a ser un sastre y haga trajes de etiqueta con sus calidad, pero, de momento, es un lastre, tanto para el Barcelona como para Brasil. ¡Aunque cuantos equipos querrían tener ese lastre sobre el campo!
Escrito por Matallanas | 12:35 a. m. | Enlace permanente