La paciencia del hombre tranquilo (Por Antonio Sanz)
el rincón de judas (artículo publicado en el diario Público el domingo 11 de noviembre)
Por Antonio Sanz
Se sacudía el último invierno con una conversación en el vestuario azulgrana. Samuel Etoo charlaba amistosamente con Joan Laporta sobre el futuro. Con un Madrid en crisis galopante, nadie sospechaba esos días que la zozobra sacudiría en primavera a las huestes del Barça. Por eso, porque presidía más que Laporta el buen humor, ‘Samu’ se atrevió a vacilar al presidente: “Lo de Henry ya está hecho”, afirmaba sin recelo, pero con dosis de ironía el camerunés. “No. Eso son cosas de la Prensa”, replica titubeando el dirigente. “De eso nada. Henry me ha llamado esta semana para preguntarme cómo se vive en Barcelona”, sentencia Etoo… ante un perplejo y mudo Laporta.
Así arranca la historia de Henry en el vestuario. Un fichaje tan deseado como escondido por la presidencia. La cúpula del Barça se olía que Ronaldinho provocaría su salida en junio y se guardaba las espaldas. El cortejo al que sometía el Milan al brasileño era firme, como constantes eran los desplazamientos del hermano-agente a Italia. El descalabro deportivo obligó a acelerar la nómina de presentaciones. Toda la masa social azulgrana recibió gozosa el fichaje de uno de los más grandes delanteros del presente futbolístico. Todos, menos el hombre tranquilo. Laporta traspasaba el fracaso anual a Frank Rijkaard. El mismo que aglutinaría obligado un póker ofensivo de lujo y viviría forzado a esquivar un repóker de problemas. Y menos mal que el destino, en forma de lesión, le echó una mano. La dolencia muscular de Etoo, que precisó cirugía, provocó alivio y concedió espacios de tiempo a un técnico a quien no se somete más porque aún se mantiene en periodo formativo el hábitat de Giovani y Bojan.
Pero lo que no esperaba, creo, el hombre tranquilo, era la reacción teatral de Messi. Cuando más se discutía en la grada el rendimiento de Ronaldinho, más sentido se notó el homenaje del argentino al brasileño llegando, incluso, a celebrar sus goles a la manera del ‘colega’. Los celos penetraron en los espejos del vestuario, en los mismos en los que hoy se dibuja un Henry protegido por el trío del ‘clan galo’, pero apartado del imperialismo que representa el nuevo rey Messi. El joven, pero espectacular futbolista de Rosario, observa desde su atalaya el distanciamiento entre Ronaldinho, su amigo, y Rijkaard, su entrenador. Distancia que aumenta con cada sustitución. Lejos quedan los tiempos en que la relación era tan perfecta que llegó a provocar la denuncia en voz alta de Etoo. Ahora, el técnico holandés admite que crece el rendimiento del astro brasileño, pero a la vez se muestra agotado del escaso trabajo que dedica al grupo durante la semana. Los tiempos aplaudidos del gimnasio pasan a ser repudiados. Entretanto, Henry se queja de que ni le buscan ni le encuentran en el campo. Y Xavi e Iniesta replican que son ajenos y escasamente sospechosos. Y tienen razón. Se visten al margen de la polémica.
Rijkaard, al que no se le altera ni un rulo de su peinado, tramita con paciencia todos los embistes que le llegan desde el palco presidencial y desde el vestuario. No sabemos hasta dónde alcanzará su paciencia. Lo que es seguro es que necesita todavía más música para amansar a tanta fiera egoísta que le sostiene en el cargo.
Escrito por Matallanas | 1:14 a. m. | Enlace permanente