Todos contra Rijkaard (Por Alfredo Duro)
¿OS SUENA?
Por Alfredo Duro
No sólo es lo más fácil. Además es lo que conviene. Lo que conviene al presidente y a su junta directiva, claro. Lo que permite eludir, por el momento, el inevitable cara a cara con Ronaldinho y su desidia. Lo que evita analizar el innecesario y caprichoso fichaje de Henry. Así, poniendo precio a la cabeza del entrenador, se disimula la falta de compromiso de un equipo que, sobre el campo, ha perfeccionado la prepotencia galáctica que acabó con el Real Madrid, presidente de la época incluído. Así no tocamos las narices con el disparate económico y futbolístico que han acabado por resultar las gangas de la Juve que responden a los nombres de Thuram y Zambrotta. De esta forma, conseguimos que a nadie se le ocurra la tontería de preguntar qué méritos, además de los de representar al independentismo catalán, ha acumulado Oleguer para formar parte de la primera plantilla del Barcelona. En definitiva, nos cargamos a Rijkaard y, de paso, vamos ganando tiempo para encontrar alguna chorrada con la que dejar mal a nuestro capitán, Puyol, que en un ataque de compromiso y de hombría tiene los cojones de acusar al equipo de falta de solidaridad y todo eso que viene detrás.
Es público y notorio que Ronaldinho representa un problema económico para el Barcelona. Su continuidad en el club obliga a las partes a hacerse cargo de la notable diferencia que supone pasar a cotizar a la Hacienda Pública el 43% de los ingresos cuando, hasta ahora, la tasa impositiva no superaba el 25%., y como suele ocurrir en estos casos, de momento, todo el mundo mira para otro lado. Ronaldinho, como otros muchos jugadores extranjeros, se han aprovechado durante sus primeros cinco años en nuestro país, de una legislación bondadosa en lo referente a impuestos. Cumplido ese tiempo, ha decidido pasarse los entrenamientos por el forro y organizar para su hermano un puente aéreo permanente a Milan y Londres. Caso resuelto. Ronaldinho pierde y el Barsa también, pero los dedos acusadores señalan a Rijkaard.
La caída en picado iniciada por el proyecto fantástico de Laporta no puede resumirse en algo tan simplista como la aparente falta de autoridad del entrenador. La tropa directiva más disciplinada ha deslizado sibilinamente la “teoría del látigo” como única solución válida a corto plazo. Se permiten el lujo, incluso, de poner como ejemplo de medicina preventiva el trabajo de Capello en el Real Madrid para domesticar los egos del vestuario. Debe ser por eso que, el gran jefe azulgrana, aprovecha la presencia del italiano en Getafe para pedir diagnóstico y consejo por el mismo precio. Nada que hacer.
Laporta es víctima de los caprichos de Ronaldinho y su troupe, a los que el presidente ha permitido entrenar a la carta. Los avisos de Rijkaard sobre la baja condición física del equipo sólo han servido para que el entrenador se quede sólo en reivindicar aquella presión brutal que el Barcelona ejercía sobre el contrario con el trabajo de los delanteros. La falta de intensidad defensiva y el absoluto desprecio al trabajo diario que parte del vestuario muestra de un tiempo a esta parte les ha convertido en una vulgaridad de equipo. Una colección de síntomas que hace algún tiempo tomaron el puente aéreo y que se sienten en Barcelona como en su propia casa. Que se tomen lo que quieran.
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 4:15 p. m. | Enlace permanente