En el nombre de Iker (Por Alfredo Duro)
¿os suena?
Por Alfredo Duro
Si fuera posible viajar a través del tiempo, me gustaría retroceder doscientos años y encontrarme en los albores de la guerra de la Independecia. En ese caso, estoy seguro que mi viaje me conduciría hasta Móstoles, y allí, sería testigo privilegiado del histórico momento en el que el alcalde mostoleño, Iker Casillas, elevó al cielo madrileño el grito de libertad y patriotismo que retumbó por toda España: “La patria está en peligro, Madrid perece víctima de la perfidia francesa. Españoles, acudid a salvarla”. Con esta famosa proclama se inició el 2 de mayo de 1808 el alzamiento del pueblo de Madrid contra los invasores franceses. Ahora, cuando la ciudad se prepara para conmemorar el bicentenario de la victoria sobre el ejército de Napoleón, Casillas sigue representando mejor que nadie el espíritu de aquel alcalde rebelde, Andrés Torrejón, dispuesto a impedir que la portería del Real Madrid sea invadida por todo tipo de ejércitos invasores.
Al igual que su alcalde, aquellos guerrilleros como El Empecinado, azote de las tropas francesas en los caminos y las montañas, estarían orgullosos de Iker Casillas. Además de comprobar semana tras semana su condición de caudillo del pueblo para guiar a los suyos hacia la victoria, se darían cuenta del entusiasmo y la devoción que ese mismo pueblo le profesa sin condiciones de ninguna clase. “No soy galáctico, soy de Móstoles”, confesaba Iker con brutal naturalidad en una campaña que sirvió de antídoto a la peste galáctica del momento. “Viva la madre que te parió, chaval”, se oyó clamar a Santiago Bernabeú desde su eterno descanso en Almansa, al comprobar que los jóvenes cachorros amamantados en ese par de tetas inigualable que era la Ciudad Deportiva no se dejaban atropellar por el falso y embustero resplandor de una gloria efímera y ficticia.
Casi ninguno hemos visto jugar a Ricardo Zamora, aún así, todos hemos respetado siempre su condición de mejor portero español de la historia que le otorgaron nuestros mayores. A la estela de El Divino, generaciones como la mía se acostumbraron a la sobriedad y dominio de la portería de Iríbar. Después de El Chopo, nombres como el de Miguel Angel, García Remón, Arconada y Zubizarreta han mantenido firme el peso de los grandes porteros que ha dado nuestro fútbol. Ahora, la historia se detiene en Iker Casillas para hacer de él la obra maestra de su especie, el portero de los porteros, el guardián inexpugnable de los tesoros vestidos de blanco cada semana y que en junio se teñirán de rojo para que España esté más cerca que nunca del reinado continental que Iker ya ha sabido darle al Real Madrid. Y si algún enemigo de la causa se empeña en mirar hacia fuera para intentar profanar nuestras conquistas con nombres como el de Buffón o Cech, le recordaremos lo que las Cortes de Cádiz le gritaron al mundo al mostrar la retirada de las águilas napoleónicas de nuestro suelo: “El valiente pueblo ibero jura con rostro altanero que hasta que España sucumba no pisará vuestra tumba la planta del extranjero”.
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 8:48 p. m. | Enlace permanente