La estética de la mentira
En el mundo del fútbol se miente mucho. Los dirigentes de los clubes necesitan a los medios para vender su discurso y para ilusionar a los aficionados. Y desde esa perspectiva se están dando muchos casos en los que las informaciones faltan a la verdad porque reciben una información falsa con el fin de que la transmitan. Incluso, reiteradamente esos dirigentes reiteran sus falsedades en declaraciones públicas y sus embustes son aceptados sin la más mínima crítica ni reflexión.
Se asegura que los políticos son unos cínicos profesionales que ejecutan su discurso en función de los réditos electorales que van a conseguir. En el caso de los dirigentes futbolísticos, la gran mayoría no deben dar cuenta en las urnas, salvo los presidentes y directivos de Real Madrid, Barcelona, Osasuna y Athletic Club de Bilbao. Pero en la información política, las fuentes no suelen mentirte (hay casos gloriosos como dar la noticia de que uno sucedía a Aznar y luego, a las pocas horas, fue Rajoy), cuando te filtran una noticia la mayoría de las veces es cierta y se cumple. En el mundo del fútbol, las intoxicaciones están a la orden del día, la mayoría de las noticias suelen ser interesadas, especialmente las relacionadas con fichajes.
El problema pasa porque aunque busques e intentes siempre dar la noticia cierta, las fuentes te engañan y metes la pata hasta el fondo perdiendo a jirones la credibilidad. Puede darse el caso de que haya quien se deje engañar a sabiendas, eso ya es un problema de ética para ese o esos informadores, pero en la mayoría de los casos, como no puede ser de otra manera, la verdad.
Son muchos los casos y ejemplos que podríamos sacar a la luz, desde el Atlético de Madrid, pasando por el Barcelona, Valencia, Betis o Depor, pero en la actualidad es el Real Madrid el que se lleva la palma en el ocultamiento de la verdad, con su presidente a la cabeza. Los ‘gatillazos’ que ha pegado en sus intentos de fichajes esta pretemporada y en el caso Robinho, convierten a Ramón Calderón en el paradigma de los que no se atienen a la verdad por sistema. A Calderón le da igual aseverar el 17 de agosto que Robinho no se va, que no le van a vender, reiterarlo el mismo mensaje el 24 de agosto, mantenerse firme en que lo ven a traspasar el 31 de agosto y venderle, al Manchester City, el 1 de septiembre. Igual que en el caso de Cristiano Ronaldo donde acusa a los medios de haberse inventado el interés del Real Madrid en aras de vender periódicos buscando la ilusión de los aficionados por la llegada del astro portugués, asegurando en declaraciones a Marca que “en el caso Cristiano, el Madrid era mero espectador”. O cuando afirma que ha respetado a los clubes rivales por no querer pagar cláusulas y Fernando Roig, presidente del Villarreal, asegura en El Tirachinas que Ramón Calderón le dijo en persona y por teléfono que iba a pagar la cláusula de Cazorla. En 36 horas puede cambiar la cifra que va a cobrar el Real Madrid del contrato de televisión de a 1.100 millones de euros. O puede asegurar a las 23:30 horas en Veo TV que Robinho ha sido vendido al Manchester City por 40 millones de euros y media hora después contar en El Larguero que el traspaso de Robinho ha ascendido a 42 millones.
El Real Madrid se ha instalado en la estética de la mentira. Nada es lo que parece. Lo que si es cierto es que ha ganado las dos últimas Ligas y la Supercopa, con Ramón Calderón en la presidencia. Pero ha sido con Ramón Calderón en la presidencia cuando se ha instalado esa estética de la mentira. Una cosa es no dar información sobre los fichajes, porque cualquier noticia que aparezca en mitad de una negociación puede suponer que se encarezca la operación y otra es decir que el interés sobre Cristiano Ronaldo es cosa de los periodistas. Florentino Pérez también mintió en ocasiones, especialmente con su famoso “never, never, never…” sobre la llegada de Beckham, pero en ningún caso acusó a la prensa de inventarse el interés sobre el inglés, quien, por cierto, sí acabó fichando por el Real Madrid. Lo de Ramón Calderón es un permanente y desahogado ‘donde dije digo, digo Diego’ y se queda tan ancho.
Escrito por Matallanas | 2:21 a. m. | Enlace permanente