El suave dolor de la derrota (Por Alfredo Duro)
¿os suena?
Por Alfredo Duro
A Schuster la derrota en Getafe no le duele. Como si la esperara. Casi que te dan ganas de hacerle un homenaje público por la forma en la que insinúa que, más o menos, teniendo en cuenta que el partido venía después de un viaje de Champions League, perder es lo lógico y lo natural. Una de estas cosas que los profesionales, categoría en la que los supuestos profesionales no se ponen de acuerdo quien está incluído, tienen previsto en su guión gracias al divino y doctrinario poder que les otorga el conocimiento “profesional” del juego. Juegas un bolo infumable y difícilmente comestible en Minsk y, a la vuelta, te pasan por encima y te comen los de azul “todo eso y más”, para demostrarnos que éste sí era un partido comestible, pero sólo para ellos. Para Schuster, y quizá para alguno más, lo normal es perder y por eso la derrota no duele.
A los madridistas, sin embargo, les duele y mucho. Les duele a los madridistas profesionales y a los vocacionales. A los de corazón y a los de militancia. A los de antes y a los de ahora. Y a los madridistas de sangre y pasión, a los que su alma blanca les atormenta este presente de dudas y sospechas, en el que manda la incertidumbre y la vacilación, no solamente les duele la derrota, también les descubre la falta de dirección y el pobre muestrario de soluciones que desde el banquillo están en condiciones de aportar. Y eso, además de doler, empieza a ser insoportable.
Entre la colección de chorradas que se han dicho y escrito después de las históricas victorias ante el Recreativo y el Bate Borisov (si, sí, Recreativo de Huelva también conocido como “el decano” del fútbol español y Bate Borisov, el gran campeón de la liga de Bielorrusia), me resulta especialmente desternillante la teórica metamorfosis que había sufrido el entrenador, que según decían algunos de estos ingenuos, había sufrido un repentino ataque de implicación con el que, al parecer, había resuelto problemas que hasta entonces parecían enigmas. Quiero suponer, atendiendo a algunos debates recientes, que entre las grandes soluciones estaba colocar a Sergio Ramos como central y apostar por Gago como eje principal del mediocampo. La realidad es que, también como central, Sergio Ramos es una vulgar fotocopia del jugador que fue hasta hace poco. La realidad es que Gago, sigue sin aprender el oficio de mediocentro del Real Madrid, para lo que hace falta mucho más que asomarse a la jugada y devolver el balón sin más.
La realidad es que el equipo se rompe en mil pedazos a la menor sucesión de orden y agresividad que le impone cualquier rival medianamente organizado, y que ante eso, asistimos a esperpentos como el de Getafe, en el que el banquillo se la juega los últimos minutos con tres defensores (Michel Salgado, Sergio Ramos y Pepe), invitando a una exhibición de desorden y fragilidad que pone al borde de una humillante goleada a un Real Madrid que se derrumba entre lesiones, falta de recursos y la más alarmante pobreza táctica que se recuerda en años. Y el madridismo, mientras tanto, se desangra. Pero a Schuster no le duele.
Duro ¿os suena?
Escrito por Matallanas | 7:07 p. m. | Enlace permanente