el arquero (artículo publicado en la razón el lunes 7 de enero de 2008)

Por Kiko Narváez

Una vez apagadas las luces de Navidad, por fin hemos disfrutado del encendido de las bombillas de los ‘crakcs’ que habitan en nuestra Liga. Algo que seguro no ha ocurrido en casa de los Angulo, Albelda y Cañizares, que trabajan todavía con la ilusión a oscuras. Siguen entrenándose por ningún objetivo que no sea el de la obligación y la profesionalidad, ya que la lista de convocados les tiene vetada la entrada por orden de sus jefes. Ante la sorprendente decisión de no citar a tres de los capitanes que llevaron el barco valencianista a sus mejores logros y terminar tratándolos como polizones, decidí no meterle mano a la historia esperando una explicación de los mandamases che. Me equivoqué: todo sigue igual. Estos optaron por callar a su razón, prefiriendo dar cobijo a la especulación y la confusión.

Ante la negativa de contratar a un topo o utilizar un detective que nos clarifique la situación, sólo nos queda hacer una reflexión sobre lo ocurrido en la nave che desde el abordaje de esta temporada. Será cortito y al pie, sin posibilidad de levantaros migrañas. Empezamos por la causa que llevó drásticamente a cortar una presunta gangrena con riesgo de extenderse por el vestuario, cuando meses atrás a esos presuntos culpables se les renovó. A Cañete, dos años y uno más a Angulo y Albelda. Su drástico castigo provoca la inutilización de fichas que mengua a la plantilla y devalúan unos productos por los cuales se podría sacar pasta. Claro que si miramos más atrás recordamos como se fichó a Carboni, sabiendo su ‘idilio’ con Quique. Meses después despidió a uno antes de empezar y al otro en la octava jornada cuando tenían que visitar Mestalla el Rosenborg y el Shalke, y cuando más fluida era la relación con el vestuario y el nuevo director deportivo.

Lo más reciente es la llegada de Benega, jugador que ocupa el puesto que en noviembre Ruiz comentó que ya estaba cubierto por su apuesta: Fernandes. Pues toma, el argentino a escena. Todo es un cúmulo de despropósitos, algo que se me hace familiar y conocido y que ocurre cuando los presidentes, a veces hasta con buena voluntad, escuchan a satélites que lo más redondo que vieron fue un chupa chups. Resultado: mayor desembolso de la historia y mínimo rendimiento. Desconozco los motivos del poco ruido de la plantilla pero es habitual en estos casos, por experiencia, que los inquilinos del vestuario ignoren el grito de D’Artagnan y los tres mosqueteros. Hasta que no haya claridad y transparencia, me encuentro en el derecho de ceder al guionista de ‘Pasapalabra’ la pregunta: “Con la 'S': apellido del hombre que ha convertido al Valencia en la casa de los líos”.